Está visto que este no es el año Contador. No tuvo suerte en el Tour y no la está teniendo en la Vuelta. Ni le funcionó el equipo en la contrarreloj inicial de Ourense, ni controló al resto de líderes en la subida al Mirador de Ezaro y, como sucedió en la ronda francesa, Alberto Contador, ha sido el primero entre los grandes aspirantes a la victoria final en irse al suelo, un encontronazo exagerado, en la última curva, en la meta de la Puebla de Sanabria, la localidad zamorana donde este viernes acabó la séptima etapa de una ronda que lidera el colombiano Darwin Atapuma y que según las palabras del ciclista madrileño, "se me está complicando mucho".

El corredor del AG2R Jan Bakelants hizo un 'recto' en la última curva y se llevó por delante a Contador, a Samuel Sánchez, a Jens Keukeleire y José Gonçalves. El líder del Tinkoff se llevó un encontronazo violento en todo el costado izquierdo: hombro, cadera y rodilla.

"Me duele ahora en caliente y llevo un buen destrozo", fue todo cuanto comentó en meta, poco antes de entrar en su autocar donde lo curó de urgencia el médico de su equipo, porque sobre el asfalto de la Vuelta prefirió no solicitar la atención de los especialistas de la carrera. "El montó rápido y solo atendimos a Samuel Sánchez, que se dolía de una mano y blasfemaba". 'Samu', como Contador, echaba pestes contra los que "parece que les cueste frenar".

Pero, ¿qué hacía Contador situado en el territorio de los velocistas? ¿Por qué no iba más atrás en una zona más segura y sin tanto riesgo de caída? Es verdad que Alejandro Valverde, tercero en la etapa detrás del ganador Jonas van Genechten y de Daniele Bennati, también estaba allí, pero el murciano tiene experiencia en saber moverse en los esprints sin mucha gente, como el de Puebla de Sanabria, porque ya ha conseguido victorias en estas condiciones. "¡Bennati, 'volata'!", fue el grito que escuchó Valverde, el que Contador le lanzó a su compañero italiano, que casualmente correrá el año próximo en el Movistar. Bennati es un ciclista rápido y Contador, al parecer, lo estaba ayudando a colocarse para conseguir la victoria. Es su mejor ayudante en el llano y uno de los gregarios que lo acompañan a la Vuelta con el que guarda mejor relación.

Solo así se entiende que no buscase un lugar más tranquilo en los últimos metros, sabiendo, además, que si se cae a menos de tres kilómetros para meta no ocurre nada y se le da el mismo tiempo que al mejor colocado en el grupo en el que iba, en este caso el vencedor de la etapa.