Estos días estamos asistiendo a una suerte de acontecimientos con punto-nexo en común: el futuro del Cacereño. Nada nuevo. Cada año por estas fechas se disparan las dudas sobre su continuidad o no. Finalmente todo se resuelve, al menos aparentemente, y se vuelven a hacer proyectos. Cíclico. Inevitable.

En esta ocasión la particularidad es que, salvo hecatombe, el decano del fútbol extremeño cambiará de manos. Saludable fin de etapa para una entidad cuya propiedad ha sufrido el desgaste de 10 largos años, con siete temporadas en Segunda B. Lo de Antonio Martínez Doblas, con sus virtudes y sus defectos, con sus idas y venidas, con sus arranques y paradas, es para reconocer. Ha puesto un montón de dinero de su bolsillo para un club que no es ni siquiera de su ciudad ntal. Todos mis respetos para él y para su padre, pero no pueden seguir. Para su salud. Para la salud de un club que está a punto de hacer 100 años.

¿Y quién llega ahora? Pues llegará, insisto, salvo cambio de rumbo en las próximas horas, Juan Bermejo. Conozco al empresario arroyano hace muchos años y sé que es un tipo, también con sus pros y sus contras, muy formal. Se rodeará, en principio, de empresarios y gente de fútbol de Cáceres, esos que llevan tan en sigilo las negociaciones y que se han creído más que nadie estos días. Sí, esos que han tratado de engañarnos (algunos). En fin. Corramos un tupido velo.

Bermejo está aún dolido por un episodio sucedido alrededor de un Cacereño-Arroyo de hace tres años. Digamos que se habló de un empate (con reuniones a varias bandas), que finalmente no se dio porque los locales se hicieron otras cuentas, aunque en el CPC insistan en sus matices. El Arroyo bajó a Tercera, y aquello escoció. Pasado el tiempo, el escenario es diferente: el empresario puede llegar a Cáceres y liderar un proyecto serio. Me consta que está ilusionado, aunque tenga alguna duda sobre el tema del campo. El estadio Príncipe Felipe es, en efecto, una losa, al menos en su concepción actual. Habría que buscar una solución, antes o después, para que deje de pesar. En efecto: Cáceres, como Extremadura en lo ferroviario, está discriminada por no tener estadio municipal ni de la Junta, pero también, como bien recuerda el concejal de Deportes, Pedro Muriel, es una cuestión de historia. De una decisión que, buena o mala, se lleva arrastrando desde los años 70. Buff.

Extremadura, Badajoz y Mérida tuvieron que volver a empezar. No parece que, al menos de momento, esto vaya a volver a suceder con el CPC. Buenas nuevas. Nuevos y buenos tiempos para la lírica.