El verano ha pasado fugaz por el Bernabéu, sin más que parches y alguna medida circunstancial para sustentar el discurso de la falsa contrarreforma que prometieron Zidane y el club. Nada es halagüeño en el nuevo Madrid de siempre, con los mismos nombres y los mismos problemas que la última temporada. Como avispados políticos que sobreviven a una crisis con su poder intacto, esquivando responsabilidades y prometiendo soluciones, Florentino Pérez y Zinedine Zidane lanzaron el programa de promesas en mayo, pero se avecina el inicio de La Liga y nada ha cambiado en el equipo que debutará en Vigo ante el Celta mañana.

Los fichajes del Madrid parecen los de un club con un proyecto ganador, que necesita retoques, no los de un proyecto que necesita una remodelación completa. El único refuerzo que llega para ser importante es Hazard. El resto de nuevos son Jovic, que parte por detrás de Benzema; Mendy, que llega para complementar a Marcelo tras la salida de Reguilón, y un Militao que puede encontrar un hueco en el once titular gracias al sistema de tres centrales.

La llegada de Hazard, en junio, queda lejana. El equipo blanco ha transitado por la pretemporada con todos los síntomas que tiraron por la borda la temporada pasada. El técnico francés, como portavoz del club, se ha enredado entre malos resultados en la pretemporada, dando por hecha la salida de Bale, o desplazando a James. Los dos continúan aún en la plantilla. Mucho lío entre malas señales y Pogba, el gran deseado, que no llega.