A Beatriz Meléndez-Pál, ‘Beu’ (La Habana, 1986) se le acumulan las efemérides de perfil positivo: hace 10 años llegó por primera vez al Extremadura Arroyo de voleibol, de un lado; y de otro, lo que es más emotivo: hoy hace justamente un año consiguió con este club el ascenso a la Superliga. Fue en Socuéllamos tras una fase final para la historia del deporte extremeño. Ello finalmente no se concretó en los despachos, pero, dice con orgullo, «aquello ya no nos lo quita nadie».

«Fue una alegría grandísima para todas». La colocadora cubano-húngara (sus padres y su abuelo residen en Budapest) vive estos días confinada con sentimientos contrapuestos partiendo de una premisa a modo de pensamiento personalísimo. «Este coronavirus no es casualidad y pasa por algo, no sé si por la naturaleza o por nosotros» y con una consecuencia: «Es un toque de atención a la humanidad, que gira todo alrededor del dinero y de correr tanto para todo. Hemos dejado atrás otros valores muy importantes como la familia, y ahora lo estamos comprobando».

Con un desparpajo fuera de lo común, la deportista, que vive en Cáceres y que ejerce como maestra de infantil en el Licenciados Reunidos, revela que para ella lo más duro es evidente, y más después de una experiencia como profesional extraordinaria en la educación. «Echo muchísimo de menos a mis niños», comenta, consecuencia directa de su filosofía, en la que priva que «soy muy de abrazar y estar con ellos para todo, muy implicadada». Dice Beu que, como «me comentan en el colegio que soy muy intensa, jajaja» y que lo más importante es disfrutar del día a día, en el que ella no para. «He estado todo este curso yendo al gimnasio a las siete de la mañana, después clases, entrenamientos por la tarde y volver a las 12 de la noche».

Agradecida al colegio y en especial a su director, Paco Álvarez (otro histórico del voleibol extremeño), la entusiasta deportista-educadora cuenta que el vínculo con sus alumnos no se ha perdido a través de actividades diversas y que también están trabajando con diferentes proyectos y en la propia planificación semanal.

Además, en el ámbito académico, Beu se muestra especialmente ilusionada con su máster universitario de investigación en ciencias sociales y jurídicas, en la especialidad de psicología, en la Uex. En este sentido, está muy motivada en el trabajo de fin de grado y lo que puede ser la fase previa a la tesis y a una beca por la que está peleando, como en los partidos de su Arroyo. Todo ello, bajo la coordinación de Elena Felipe Castaño, «a quien conocí en segundo de carrera» con la que coincide ahora y que es la doctora en la materia a la que repite su agradecimiento. «Me encanta la investigación y estoy muy contenta con todo lo que estamos haciendo», recalca.

CONTACTO/ En lo estrictamente deportivo, Beu dice que el club se está moviendo bien con la cantera, con todo lo que está preparando para la base. Sobre la temporada del equipo mayor de Superliga 2, afirma que desde el martes anterior al Estado de Alarma «no entrenamos; cualquiera hubiera imaginado que no volveríamos» y que la relación de las jugadoras y técnicos ha continuado en alguna videollamada colectiva conjunta en fin de semana. Y es que el Arroyo siempre es especial en ese sentido, con Adolfo Gómez, presidente y entrenador, a la cabeza, que tanto respeto y agradecimiento genera en todas, por supuesto que en la cubana-húngara también.

En lo familiar afirma estar preocupada. «Egoístamente es así. Trato de hablar con ellos y en Hungría no salen desde que yo se lo dije, pese a que entonces no era obligatorio». Beu, una deportista diferente y diferencial, un año después... y siempre.