Fútbol. Primera Federación

Alfonso Herrero, romano de adopción

El meta del Málaga, que marcó en el 93 al San Fernando dando así la permanencia matemática al Mérida, es amigo y excompañero del técnico emeritense, David Rocha, que asegura no tener claro su futuro, aunque afirma que le «ha picado el gusanillo» con lo de entrenar

Alfonso Herrero, portero del Málaga.

Alfonso Herrero, portero del Málaga. / La Opinión de Málaga

Domingo por la tarde, un poco antes de las ocho de la tarde, corría el minuto 93 en el partido que se disputaba en el estadio Iberoamericano entre el San Fernando y el Málaga, con victoria momentánea local, por la mínima, cuando Antoñito Cordero sacó un córner a favor de los malacitanos desde la derecha para que su portero, que había subido a la desesperada, rematara entre la cabeza y el hombro, e incluso con la ayuda de algún defensa, e introdujera la pelota en la portería contraria poniendo el empate final (1-1) que suponía para el cuadro malaguista la clasificación matemática para disputar los ‘playoffs’ de ascenso a Segunda División. Mientras tanto, en la sala vip del Estadio Romano José Fouto estaban todos los miembros de la plantilla y el cuerpo técnico del Mérida, pues, tras la derrota matinal del Linares, habían quedado en ver todos juntos por la tarde el choque del Iberoamericano, por lo que el gol de Alfonso Herrero trajo consigo el delirio en el feudo emeritense porque suponía que los de David Rocha habían salvado la categoría. Con sufrimiento, pero a falta de dos jornadas para el final de la liga regular.

Tremendamente feliz

A tenor de los vídeos que fue publicando el club en sus redes sociales, la hazaña se ha celebrado como merecía. En medio de la celebración, el propio Rocha atendió al canal de Twich de ‘solomeridaad’ en el que se mostró «tremendamente feliz». Con una sonrisa en la boca explicaba que «tenía que acabar así, un gol en el último minuto, con gol del portero, además el portero fue compañero mío y es amigo. Ha sido una locura, pero es nuestra idiosincrasia».

Por cierto, que a su amigo le mandó un mensaje de agradecimiento y para darle la enhorabuena por el gol y la clasificación. En un rápido análisis de todo lo vivido, el preparador reconocía que el momento más duro fue «volviendo de Linares». A partir de entonces, «los jugadores han llevado la palabra resiliencia el límite y el cuerpo técnico ha hecho un trabajo brutal, todo era seguir apretando». Por el contrario, la circunstancia que le hizo ser más optimista para conseguir el objetivo fue «cuando fuimos capaces de remontar al Córdoba, porque a mí me daban mucho miedo esas dos derrotas consecutivas». 

El futuro de David Rocha

Aunque el domingo acabó en alegría, «cuando vi que el Ceuta perdía y que el Murcia ganaba, quería que esto fuera cuanto antes porque nos la hubiéramos jugado ante dos transatlánticos, aunque también me tranquilizaba el duelo de la semana que viene entre Sanluqueño y San Fernando».

Una vez conseguida la salvación y con dos jornadas de adelanto, una circunstancia que era impensable a mediados de temporada, llega el momento de hablar del futuro y en este sentido, Rocha contestaba por un lado que «no tengo ni idea, ni me lo he planteado, no he hablado con nadie porque teníamos puesto el foco en estos partidos. Por suerte lo hemos anticipado y ya nos sentaremos a hablar», lo único que tiene claro es que el fin de semana después de que acabe la liga «me voy a ir a la playa con mi mujer y mi hija». Al repreguntarle si le gustaría seguir como entrenador, reconocía que «me he encontrado todo esto de golpe, la dirección deportiva y ser entrenador, sabía cuando me retiré que quería estar cerca del campo, pero en mi cabeza no entraba hacerlo tan pronto. Entiendo que esto necesita una formación y controlar muchas cosas que no sabía, pero tocaba arrimar el hombro de esta manera y yo sabía a lo que me exponía, pero creía que sí que podía ayudar y vamos a ver qué pasa, me ha picado el gusanillo, pero es duro, creo que he envejecido en seis meses, diez años de golpe».

Un mal precedente

Lo que si ha quedado claro, observando las redes sociales del entorno romano, es que la afición quiere que el entrenador siga al frente del equipo. Hace un año, el técnico que estaba, Juanma Barrero, también tenía el cariño de la grada, pero en el club decidieron cambiar de entrenador. Aunque al final se haya salvado la categoría, no hay que olvidar que ha sido una campaña en la que ha habido tres entrenadores, siendo el último y el que ha salvado la circunstancia, el que era director deportivo, es decir, al Mérida la competición le ha dado otra oportunidad, por lo que el club debe entrar en un proceso de análisis de por qué el verano pasado hubo tantos errores que, afortunadamente, se han podido arreglar en el mercado de invierno.

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