Los forenses turcos del Instituto Toxicológico de Estambul, donde familiares de los 62 militares españoles fallecidos en la tragedia del Yakovlev 42 se sometieron el pasado lunes a las pruebas de ADN, han reconocido que pudieron haberse cometido errores en el proceso de identificación de los cadáveres, debido a las condiciones en que debieron realizar su trabajo y a la premura con que los militares españoles quisieron repatriar los cuerpos de sus compañeros.

CADAVERES CALCINADOS Los médicos turcos que ahora realizan las pruebas genéticas reconocen que el riesgo de que se incurriera en errores a la hora de identificar a las víctimas es "muy alto", debido al "mal estado" que presentaban los cuerpos (después de que el avión Yak-42, de la compañía ucraniana UM Air, se estrellara en las montañas de Trebisonda hace casi un año, 30 de los militares estaban calcinados y no pudieron ser identificados por sus rasgos).

También apuntaron la posibilidad de que en algunas de las bolsas con las que se repatriaron los cuerpos, hubiera "restos de más de una persona". "Es posible que los ucranianos se llevaran a algún español o al revés, pero eso deben confirmarlo las pruebas del ADN. No se hicieron los exámenes científicos apropiados, de manera que no se puede descartar nada", apostillaron las fuentes médicas.

El vicepresidente del Instituto Toxicológico de Estambul, Mustafá Okudan, también quiso subrayar que, muy a su pesar, fueron los generales españoles --Vicente Navarro y José Antonio Beltrán-- quienes quisieron repatriar todos los cuerpos. "Insistieron en llevarse los cadáveres a su país. Los expertos del centro dieron todos los pasos necesarios para que los tests se llevaran a cabo en Turquía. Incluso, plantearon a los generales dicha alternativa, pero ellos tomaron otra decisión. Nosotros no cometimos negligencia alguna", concluyó Okudan.

EN EL LUGAR DE LOS HECHOS Tras el accidente aéreo, un equipo de expertos del Instituto Toxicológico de Estambul acudió al lugar del siniestro para realizar "un reconocimiento externo de los soldados" por orden judicial. "Nuestros forenses --explica el vicepresidente del centro-- tomaron muestras de todos los fallecidos huesos, tejidos o dientes, así como de una serie de restos que no se podían atribuir a nadie. Teníamos que hacer nuestro trabajo, por si algún día las familias solicitaban someterse a las pruebas de ADN".