El presidente de la Generalitat catalana, Pasqual Maragall, asumió ayer que, con la negativa de los tres partidos que apoyan su Gobierno, no podía llevar a cabo la sustitución de consejeros que planeaba, por lo que anunció que la posponía en días o semanas. Los líderes del tripartito respiraron aliviados, pero el precio del alto el fuego es un Gobierno tocado y un presidente cuya autoridad ha quedado cuestionada.

Ayer se abrió en el Parlamento autonómico el anual debate sobre la orientación política general con el discurso del president . Parecía que éste iba a pasar de puntillas sobre el espinoso asunto del espectacular encontronazo entre él y los tres partidos en el poder, uno de ellos el suyo propio, cuando hizo un alto en su discurso para introducir brevemente un tema que él mismo calificó de "inescapable".

Maragall confirmó que quería haber realizado estos días un cambio de Gobierno para dar un giro social a su actuación y abordar los nuevos retos con impulso renovado, una vez aprobado el proyecto de Estatuto, pero que la oposición que había encontrado en el seno del tripartito le había convencido de que las circunstancias no eran las más adecuadas para una iniciativa de tanto calibre y sería irresponsable no tener esto en cuenta.

LAS PRERROGATIVAS Maragall, de todas formas, reivindicó que nombrar y destituir consejeros es una prerrogativa suya a la que no podía renunciar sin faltar gravemente a sus obligaciones y, en tono desafiante, remarcó que nadie como él tiene tantos elementos para valorar la oportunidad de tomar esa iniciativa.

Anunció por ello que se proponía, "en los días y las semanas próximos", mantener los contactos necesarios con los dirigentes de la mayoría para "evaluar las condiciones" en que se producirán los cambios. Contactos que hará, dijo, con la discreción necesaria para garantizar la eficacia. Y garantizó que actuará ejerciendo en todo momento el liderazgo de la mayoría y asegurando la cohesión de ésta.

La iniciativa de Maragall de comunicar el pasado viernes al líder de Esquerra, Josep Lluís Carod-Rovira, su decisión de relevar a medio Gobierno sin contar con la opinión de los tres partidos de la mayoría fue lo que provocó la crisis que ayer quedó aparcada, al negarse ERC, Iniciativa y el propio PSC a apoyar una decisión presidencial que consideraron unilateral y contraproducente en vísperas del debate de política general y de la defensa del Estatuto en las Cortes Generales. Otro motivo no declarado es que ningún partido quiere perder parcelas de poder.

CENA CON LOS CONSEJEROS La noche del lunes, durante la cena que mantuvo con los nueve consejeros del PSC, cuatro de los cuales están en la picota --Antoni Siurana (Agricultura), Caterina Mieras (Cultura), Josep Maria Vall¨s (Justicia) y Josep Maria Rañé (Industria y Trabajo)-- Maragall ya les había adelantado que los relevos quedaban aplazados. Varios de los asistentes, algunos miembros a su vez de la dirección del PSC, dejaron claro que respetaban las atribuciones del president, pero le trasladaron la inoportunidad del momento y del procedimiento escogido.

Ayer por la mañana, a pocas horas de que se iniciara el debate en el Parlamento catalán, en una reunión del Gobierno que un consejero calificó de tensa e incómoda, el presidente justificó su deseo de proceder a cambios, aunque no concretó quién saldría y quién se quedaría. Nadie osó preguntárselo.

APLAUSOS EDUCADOS El discurso de Maragall ante la Cámara fue acogido con educados aplausos de cortesía desde la mayoría, es decir, sin pasión. Quienes no aplaudieron fueron Carod y un buen número de diputados y consejeros de Esquerra. El portavoz parlamentario, Joan Ridao, que sí aplaudió por cortesía, dijo no haber visto lo que hacían sus compañeros, pero afirmó que en su partido no existen directrices sobre si hay que aplaudir o no.

Mientras CiU y el PP se ponían las botas, denunciando el desprestigio de un presidente de la Generalitat cuestionado desde sus propias filas y la existencia de un Gobierno "provisional" y un president "derrotado" (Felip Puig), o reclamando la dimisión de Maragall por "dignidad política" (Josep Piqué), los partidos de la mayoría expresaban en público su alivio por la reculada. Piqué reclamará durante la sesión de hoy la dimisión de Maragall, y CiU insistirá en que se someta a una cuestión de confianza.

SATISFACCION DEL PSC El socialista Iceta manifestó la satisfacción del grupo socialista por el discurso de Maragall. Destacó que el cambio de Gobierno anunciado se hará, pero pactado con el tripartito, y el PSC aceptará los cambios que se consideren necesarios. Joan Boada, de ICV-EUiA, consideró "totalmente superada" la "pequeña crisis", ahora que Maragall ha entendido lo que significa presidir un Gobierno de coalición. Y Joan Ridao, de Esquerra, dijo que el discurso del president había contribuido a serenar el clima político, pero lamentó que el "ruido" haya enmascarado la labor positiva del Gobierno del último año.