Arnaldo Otegi no tiene recambio en la izquierda aberzale. Su capacidad política y su carisma le convirtieron en un líder muy querido por sus bases. Es un excelente comunicador y ayer mismo demostró, a las puertas de la prisión, que no ha perdido un ápice de su retórica. Disfruta del aval que supone para su mundo haber pisado la cárcel en los años 80 por colaborar con ETA, aunque ahora apueste por el cese de las armas. Pese a haber estado encarcelado 15 meses, sigue siendo el líder aberzale con más capacidad de arrastre, aunque para el resto de partidos haya quedado quemado por su falta de autonomía frente a ETA durante el proceso de paz.

El más preparado

Con 50 años de edad, Otegi es, además, el dirigente mejor preparado de Batasuna. Parlamentario curtido y fogoso, ha sido negociador en los principales procesos que ha abordado la izquierda aberzale: el Pacto de Lizarra con EA, PNV, IU y ETA, así como el último alto el fuego de ETA, fraguado en encuentros privados con dirigentes del PSE.

Nacido en Elgoibar (Guipúzcoa), casado y con dos hijos, su ascenso a la cúpula aberzale llegó en 1997, cuando fue encarcelada toda la mesa nacional de HB por difundir un vídeo de ETA en campaña electoral. Otegi destacaba por sus encendidos debates parlamentarios con el entonces consejero de Interior Juan María Atutxa (PNV), lo que le valió la portavocía de la nueva gestora en 1998.

Desde entonces, ha tenido un papel protagonista en la política vasca, culminado con un pacto de legislatura con PNV y EA durante la tregua de ETA de 1998. Ha sabido mantenerse a flote pese a las ilegalizaciones de todas las siglas que ha sacado la izquierda aberzale. Pero ahora, tras pasar por prisión y con otras causas judiciales, queda por ver si puede y quiere recuperar su protagonismo.