La clamorosa respuesta de los catalanes a la sentencia del Tribunal Constitucional (TC), que invalida 14 artículos del Estatut y reinterpreta otros 27, fue ayer de tal magnitud que desbordó no solo las más optimistas previsiones de asistencia, sino también el propio planteamiento de la marcha. Los ciudadanos asumieron el protagonismo y dijeron alto y claro que consideran inaceptable el pronunciamiento del alto tribunal.

Después de tantas y tan intrincadas negociaciones para alcanzar un acuerdo sobre el diseño de la cabecera del acto, los asistentes --más de 1.100.000 personas, según la Guardia Urbana de Barcelona; más de 1.500.000, según Omnium Cultural-- se rebelaron de forma espontánea e involuntaria contra los partidos políticos, las instituciones y las entidades organizadoras y tomaron la cabeza de la manifestación. Lo hicieron, eso sí, forzados por el colapso generado en el acceso a las calles del centro de Barcelona por donde transcurrió la protesta.

LIDERES INMOVILIZADOS Con puntualidad británica, a las seis de la tarde, los presidentes y expresidentes que debían guiar la marcha se colocaron frente a la gran senyera (bandera catalana) preparada para la ocasión. El presidente, José Montilla; sus antecesores, Jordi Pujol y Pasqual Maragall; el presidente del Parlamento de Cataluña, Ernest Benach, y sus predecesores Joan Rigol y Heribert Barrera se situaron delante de la pancarta con el lema soberanista de Omnium, sostenida por los líderes de todos los partidos catalanes, salvo el PPC y Ciutadans.

Prueba de que el protagonismo se lo llevaron los ciudadanos anónimos fue el vía crucis que soportaron las máximas autoridades, que no avanzaron un solo milímetro hasta media hora después de las seis. Los ruegos por megafonía de la organización para que el gentío despejase el centro del paseo fueron en balde y se toparon siempre con fuertes abucheos y un grito muy significativo dedicado a los políticos: "¡El pueblo es la cabecera!".

Otra manifestación recorrió ayer las calles de San Sebastián para reivindicar el derecho de autodeterminación y para expresar su solidaridad con Cataluña. Miles de personas respondieron a la convocatoria de la izquierda abertzale, EA y Alternatiba (la escisión de Ezker Batua). Elisenda Paluzie, de la Plataforma catalana para el Derecho a Decidir, aseguró al final del acto que Euskadi y Cataluña "tienen un objetivo común y el mismo enemigo", la falta de democracia en el Estado español, informa Aitor Ubarretxena.