La negociación final

El enfado de Vox y las horas críticas en las que el PP temió por el pacto en la Comunidad Valenciana

La negociación estaba en la recta final y los detalles casi cerrados cuando Sémper habló de "linea roja" exhibiendo una vehemencia que puso en peligro la operación

Vox consigue un gobierno autonómico clave antes del 23J y el PP se arroga el éxito de apartar a Flores: un giro imprevisto lo cambió todo

Carlos Mazón y Carlos Flores en las negociaciones del futuro gobierno de la Generalitat valenciana.

Carlos Mazón y Carlos Flores en las negociaciones del futuro gobierno de la Generalitat valenciana. / Rober Solona

Paloma Esteban

Cuando Borja Sémper dijo el lunes que para el PP era una “línea roja” la presencia de un condenado por violencia machista en un gobierno autonómico, en Génova cundió el pánico. El portavoz electoral decía la verdad. Trasladaba exactamente la postura de su partido, pero con demasiada vehemencia en un momento crítico. Ni los populares, ni tampoco Vox habían contado que se encontraban en la recta final de las negociaciones. Nadie podía imaginar que esa mañana, el gobierno de coalición en la Comunidad Valenciana, la joya de la corona de las elecciones del 28 de mayo, estaba a punto de cerrarse.

Las piezas encajaban a pesar de que el puzle parecía muy complejo. Para el candidato popular y futuro ‘president’, Carlos Mazón, siempre fue un problema la candidatura de Carlos Flores Juberías, condenado en 2002 por la Audiencia Provincial de Valencia por un “delito de violencia psíquica habitual” contra su exmujer. Su marcha al Congreso de los Diputados encabezando la lista valenciana de Vox era la solución idónea. En la mañana del lunes los detalles estaban prácticamente cerrados. El PP ya saboreaba el éxito de la operación.

Pero las palabras de Sémper, poniendo en la diana un veto que Génova no pretendía exhibir para no levantar ampollas en Vox, provocaron horas críticas. El malestar en el partido de Santiago Abascal se hizo notar: la dirección nacional del PP, por boca de su portavoz, estaba estropeando un acuerdo casi culminado. "A punto estuvo de echarlo a perder", aseguran dirigentes de Vox. Les imponían un marco innecesario que podía poner en peligro la decisión tomada.

Hubo llamadas. Los contactos continuaron y el mensaje de Génova fue tranquilizador. Los equipos autonómicos, que mantenían conversaciones paralelas, trataban de mantener la calma reconduciendo las declaraciones de la sede nacional. "No había vetos", decían, solo voluntad de avanzar.

El gesto al día siguiente no pudo ser más elocuente. Feijóo hizo una puesta de largo junto a sus cabezas de lista para el 23J sin que trascendiera nada sobre la Comunidad Valenciana. Muy poco después saltaba la noticia y era Vox quien lo anunciaba. Una cesión de protagonismo evidente.

Apartar a Flores lo precipitó todo

Lo cierto es que la noche electoral del 28M, una fiesta en las sedes populares de casi toda España, dejó algún sabor agridulce. El de la Comunidad Valenciana y el de Extremadura, que a pesar de los éxitos cosechados, estaban sentenciados como lo estuvo antes Castilla y León.

Al principio, los barones del PP se revolvieron, pensando incluso en ir a investiduras fallidas si hacía falta. El partido insistía en intentar gobiernos en solitario. También en Génova hablaban de abrir conversaciones “sin prisa”, dando la sensación de que las negociaciones podían adormecerse y diluirse con otro tipo de pactos. Pero la decisión de Vox de apartar a Flores lo cambió todo.

Se abrió una ventana de oportunidad que muchos dirigentes del PP, según confiesan a este diario, no veían nada clara. Los populares ya habían deslizado la idea muchas veces de que la presencia de Flores era un inconveniente importante. Y Vox respondía con “mano tendida”, sin elevar el tono y confiando en que llegarían a una solución. Había voluntad de entendimiento. Siempre insistieron públicamente en que habría que hablar del “qué” y no del “quién”. En el PP desconfiaban.

Vox logra su gobierno antes del 23J

Enviar a Flores como número 1 por Valencia al Congreso contentaba a todas las partes y precipitaba un acuerdo que sin ese paso no habría llegado en ningún caso ahora. El PP vio una victoria moral y política “expulsar” al condenado por violencia machista del Govern y Vox, por su parte, consigue exhibir su entrada en el Gobierno autonómico más relevante del 28M antes de las elecciones generales. Justo lo que los de Abascal querían: trasladar a sus votantes que harían valer su peso y que "ni habría humillación", ni cesiones "gratis". "No tenemos que ocultar nada. Este es un buen acuerdo y la mejor carta de presentación para ir a otra campaña", zanjan en la sede de Bambú, cuartel general de los ultra.

Una suerte de intereses coordinados que, en vista de que antes o después tendría que haber coalición, beneficia a todos en este momento. El riesgo de que Moncloa y los partidos de la izquierda se llenen de razón al señalar, como llevan diciendo meses, que habría gobiernos entre PP y el partido ultra (lo tacharon de “vergüenza"), “está amortizado”, dicen en Génova. El temor a esas coaliciones lo consideran desaparecido, casi inexistente. Pero lo preocupante, reconocen, era que el ruido y las negociaciones acapararan demasiada atención en la campaña.

Ante esta posibilidad, el PP se quita de un plumazo y haciéndolo coincidir con la constitución de los ayuntamientos (en varias capitales de provincia también habrá gobiernos con Vox) la negociación que más temía. Y, según constató Mazón en una rueda de prensa en la que aportó pocos detalles al acuerdo anunciado por Vox, todo irá muy deprisa. El objetivo es ahora cerrar el acuerdo, el reparto de consejerías y que el gobierno autonómico eche a andar antes de que empiece la campaña electoral. La presidencia de Les Corts también recae sobre Vox, siguiendo el esquema castellanoleonés.

Los ritmos han dado un giro de 180 grados que han sorprendido incluso dentro de la dirección nacional del PP. No esperaban la decisión de Vox tan fácil ni tan rápida pero, reconocen, “nos ha salido bien y lo hemos aprovechado”. La inclusión de Flores en las listas al Congreso imponía este nuevo calendario. Las candidaturas se presentan el próximo 19 de junio y, por tanto, su salida de la Comunitat era inminente.