Faroles con siglos de antiguedad, viejos hachones, imágenes del medievo, delicados mantos bordados en los mejores talleres sevillanos, coronas y alhajas de oro, andas de plata, palios de terciopelo... Cuando la gran mayoría de la sociedad ya está inmersa en sus ocupaciones diarias, las cofradías inician uno de los trabajos más duros del año: desmontar, embalar, colocar y conservar los pasos que dan vida a la Pasión extremeña.

La hermandad cacereña del Nazareno, fundada en 1464, constituye uno de los mejores ejemplos: su patrimonio comprende nueve pasos, algunos con siete siglos de antigüedad. La actividad es frenética desde el domingo en el templo de Santiago, donde 50 hermanos trabajan voluntariamente para devolver las imágenes a sus altares y cada detalle a su lugar. "El Calvario pesa más de 1.200 kilos. Debemos colgar unas cuerdas del coro para desmontar al Crucificado izándolo en el aire. Son trabajos muy delicados", indica el mayordomo, César García.

Cada vara, cada candelabro y cada estandarte son embalados con extrema delicadeza. La cofradía está negociando la compra de una nave en el polígono ganadero con capacidad para guardar todos estos enseres conservados durante siglos.