Hola, soy Samuel Señas

--¿No eres de aquí? ¿Verdad?

--No, soy Cacereño.

Esta pregunta es muy corriente cuando me presento a los demás. Mi acento me marca cada vez que conozco a alguien.

--Soy Cacereño pero vivo aquí en Madrid desde hace ya bastantes años. (Siempre me obligan a puntualizar).

--Soy actor. He tenido que trabajar muy duro para tener un castellano neutro en el escenario pero nunca he querido borrarlo de mi vida personal. Ese acento me marca y dice a los demás quien soy. Algo que me enorgullece.

Me fui hace ya tiempo pero lo que intento explicar en el párrafo anterior es que no olvido mi tierra y que en cada uno de los días pienso en la posibilidad de volver. Me fui por buscarme la vida. Por buscar trabajo. Desgraciadamente en nuestra tierra esta todo muy establecido, todo muy fijado e intentar entrar en ese mecanismo es igual a introducir un palo en los radios de una bicicleta en marcha y más si te dedicas a algo artístico y encima no conoces a gente. Yo no conocía a nadie.

Había trabajado algo en Cáceres pero siempre como amateur. Nadie me daba la oportunidad de trabajar como profesional y pensé- ¿Por qué no a la capital? Y justo cuando ya tenía el piso de alquiler en la calle Lavapiés, en pleno centro de Madrid, me llamo José , el que era en su día el director del grupo de teatro LaBotika para ofrecerme trabajar con ellos en Cáceres, y ¡cobrando! A lo cual tuve que decir que no.

XCACERES,x en mi vida, ha llegado tarde y desgraciadamente parece que a mucha gente también. Según las encuestas, cada vez hay más gente mayor y cada vez nacen menos niños. La población envejece. Me encantaría poder volver allí para trabajar, está mi familia, mi buenísimo amigo Fran (De los pocos que quedan de toda una panda de muchos), mi nueva sobrina, nuestra peluquería Pasarela, que es lo más grande que me queda de mi padre. Todas esas cosas que quiero. Hay muchas cosas allí. Pero ¿trabajo?

Hace poco intente llevar una de las obras de teatro que he escrito al gran teatro y que han tenido un éxito rotundo en Madrid y a pesar de que había muy buenas intenciones me quede sin ir porque solo abrir el gran teatro le cuesta a la Administración 1.000 euros. ¡Y no esta la cosa para derrochar! Cáceres vuelve a llegar tarde conmigo. Aun así esperará, no pierdo la esperanza.