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LA EXPEDICION COMPARTE AHORA SU EXPERIENCIA EN LA REGION PARA SENSIBILIZAR SOBRE LA POBREZA

Del campo extremeño al de El Salvador, en clave solidaria

Una decena de agricultores viajan junto con miembros de Cáritas Miajadas al país centroamericano para conocer su forma de vida y abrir líneas de cooperación

Del campo extremeño al de El Salvador, en clave solidaria

"Ver pequeños recintos de cañas y latón para un matrimonio y seis hijos, la capacidad de entrega para traer cada día el poco de frijolitos y arroz para la familia, las largas caminatas de las mujeres..." Es parte de una reflexión de Enrique Gómez, párroco de Miajadas de 67 años, sobre su reciente viaje a El Salvador con un grupo de agricultores de la zona y miembros de Cáritas. Esta organización tiene desde hace años varios proyectos de cooperación con este país centroamericano (con un 42,5% de la población considerada pobre en el 2011, según el Banco Mundial y la Universidad de La Plata de Argentina), pero sus miembros por primera vez han incorporado a uno de sus viajes a un grupo de 10 agricultores de la zona. "Ha sido una experiencia impresionante, te cambia la vida", asegura Francisco Suero, miembro de la expedición.

"Otras veces hemos ido con grupos de jóvenes o gente de otras profesiones, pero es la primera que viene un colectivo definido", explica Carmela Pérez, miajadeña de 64 años que lleva desde 1997 viajando a El Salvador con su marido, Andrés Borrallo, oficial de notaría recién jubilado a sus 66. "Solemos ir cada dos años, aunque alguna época no hemos podido, para contactar con nuestros colaboradores allí y supervisar las iniciativas con los fondos que recaudamos aquí, como las becas de estudio o la construcción de cooperativas agrarias o nuevos hogares", detallan.

Enrique Gómez, párroco de Miajadas, es otro de los fijos en este viaje: "No vamos allí en plan conquista, sino a dejar que nos conquisten. A escuchar, ver y comprender la vida de los campesinos". De esta última vez destaca el enriquecedor intercambio entre agentes de una agricultura productivista y otra de subsistencia.

Para facilitar que los agricultores extremeños pudieran sumarse, el viaje se realizó en noviembre (habitualmente van en agosto), durante 21 días. Era una demanda de Suero, explica este agricultor de Campo Lugar, porque llevaba varios años queriendo sumarse. Todos los compañeros están relacionados con el campo y proceden de Miajadas, en su mayoría, y Vivares, uno de ellos. A pesar de las dificultades, sobre todo el temor a la violencia --en todo momento estuvieron acompañados de policías-- y las incomodidades, Suero espera repetir en el futuro, acompañado de su mujer.

Cada uno paga su billete y la estancia (unos 1.200 euros en su última edición, de tres semanas) y los responsables de Cáritas Miajadas se ocupan de organizar el viaje, con ayuda de sus colaboradores de la zona, también de la organización. "Como hace mucho que vamos, tenemos bastantes contactos", señala Borrallo.

Allí visitan las zonas donde se desarrollan los proyectos financiados con fondos extremeños y se reúnen con las comunidades. Algunos días, la expedición se distribuye por viviendas de familias salvadoreñas, para conocer su realidad en sus propias casas, muchas veces "recintos de caña y latón" como los que citaba Gómez en su reflexión.

"Una de las cosas que más me ha llamado siempre la atención es su generosidad; te dan todo lo que tienen, por poco que sea", señala Borrallo. "Te dejan con la boca abierta, son admirables", añade Suero. Y Gómez, el párroco, propone una "mención especial para las mujeres", para las campesinas "que recorren decenas de kilómetros y trabajan lo indecible por sacar adelante a sus familias".

Entre ellas está "la niña Marta" , que recuerda Suero: "Una agricultora que en un pequeño terreno, pese a la dificultad de acceso, ha logrado sembrar tomates, piñas, repollos... Y le da hasta para vender". Ahora, continúa el agricultor, se está trabajando para formar a "líderes", como ella, que compartan estas experiencias con la comunidad, para que beneficien a más gente.

También los agricultores extremeños intercambiaron sus experiencias, proponiendo por ejemplo cambiar la siembra de maíz, "pero es difícil, porque el terreno es muy complicado, con muchas pendientes, y solo pueden trabajar en manual". Además, apenas tienen medios. "Ni mulas siquiera, porque habría que darles de comer y apenas tienen para ellos". En todo caso, los participantes en el viaje vienen dispuestos a compartir su experiencia en la región y a promover más proyectos. Suero resume: "Ya no ves las cosas igual, te das cuenta de lo que despilfarramos aquí, aunque te acabas volviendo a subir en el carro de las cenas navideñas, por ejemplo, una parte de ti es más consciente de que existen otras realidades".

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