A las siete menos cuarto de la mañana sonó el teléfono. Demasiado temprano, sobre todo siendo domingo. Mal presagio. En el piso bajo del bloque número 4 de la calle Vicente Rodero, en Zafra, se truncaba una familia. El hijo mayor, Abel García Zambrano, con tan solo 25 años, perdía la vida trágicamente horas antes en un accidente de tráfico a 4.000 kilómetros de distancia de su hogar, cuando participaba en una misión que había elegido voluntariamente con ilusión y fortaleza, según confirmaban ayer a este diario sus allegados.

Su única hermana, más pequeña, no quería que se fuese tan lejos, apuntaban ayer sus amigos. "Está destrozada", comentaban. El 22 de noviembre fue la última vez que lo tuvieron cerca. Su familia hablaba con él "todos los días" y les contaba "que estaba muy bien, muy contento, muy a gusto y muy tranquilo", manifestaba un tío del joven. Lo extrañaron sobre todo en Navidades. No pudo estar en casa pero ya le quedaban menos de 90 días para regresar. Abel era militar desde el 2009 y ésta era su primera misión en el extranjero.

Rápidamente las llamadas telefónicas se sucedieron. Todo el entorno de Abel se fue enterando de la mala noticia y los más próximos a la familia se acercaron a su domicilio, situado en uno de los bloques conocidos como Los Catalanes, a la entrada de Zafra junto a la rotonda del ferial, enfrente del silo, próximo al bar San Valentín.

Sus amigos no se lo creían. Abel tenía novia. Yamila es argentina y estudia en Madrid. Ayer, tras conocer lo sucedido, acudió inmediatamente a Zafra. "Era un muchacho muy querido, muy atento, se metió en el ejército y ahora ha pasado esto" se lamentaba un amigo muy próximo a la familia. "Ha sido un palo muy duro", era la frase que más se repetía entre quienes se acercaban a la vivienda. "Un accidente de tráfico le puede ocurrir a cualquiera en cualquier lugar, pero ha sido muy lejos, y Abelito era muy querido", insistía un amigo íntimo de los padres.

Algunos vecinos confiaban que se celebrase el funeral en su parroquia, la de San Miguel, que comparte nombre con el bloque de pisos en el que viven. Hasta Zafra viajó un grupo de militares desde la base General Menacho de Badajoz para ofrecer asistencia psicológica a la familia, integrado por el oficial médico Fernando Tabla, el teniente enfermero Miguel Cordón y el capitán psicólogo Juan José Martín.

La familia de Abel es muy conocida en Zafra. Sus abuelos procedían de Puebla de Sancho Pérez. Su abuelo Guillermo, guardia civil retirado, fue conserje en el instituto Suárez de Figueroa. El padre de Abel trabaja en una imprenta en Los Santos de Maimona. A la vivienda se acercaron amigos del joven, compañeros militares y de la hermana, que es costalera de dos pasos de Semana Santa, el de las Angustias y la Virgen de los Dolores. Sus compañeras se enteraron rápidamente de la triste noticia. Abel estudió en el colegio Juan XIII y en el instituto Cristo del Rosario.