Su familia le ha contado que los militares bloquearon la televisión. Que se cerraron los aeropuertos y a los barcos se les impidió salir. Que el presidente pidió que los turistas se quedaran en los hoteles y que los turcos salieran a la calle para protestar contra los golpistas y, de paso, para mostrar la defensa del actual gobierno. "Mis abuelas y mis tías viven en una ciudad cerca de Ankara, donde además hace tres meses hubo un atentado en el que murieron doce personas. Pero están bien. Están tranquilas porque creemos que ya se ha acabado todo". Es el testimonio y la opinión del joven turco Oguzhan Mutlu, de 20 años, que hace seis meses que vive en suelo extremeño, concretamente en la ciudad de Badajoz.

Mutlu trabaja en una empresa familiar de distribucción de comida --la cual pertenece a su padre-- con sede en el polígono industrial El Nevero (en la capital pacense). Se encarga, en definitiva, de repartir los ingredientes necesarios para la elaboración de kebabs a restaurantes tanto de Extremadura como de Andalucía y la región de Lisboa.

El resto de su familia vive en Málaga, de manera que él es el responsable de llevar el negocio en la comunidad.

Tono tranquilo

"Fue un compañero paquistaní que también vive en Badajoz quien me avisó del golpe de Estado. Enseguida encendí la televisión y me puse en contacto con mi gente de allí para que me contaran, de verdad, qué estaba pasando", explica. "Pero el golpe de Estado apenas ha durado 4 o 5 horas, ya está todo resuelto, ya han cogido a los militares y ha llegado la calma. Es cierto que ha muerto gente y ha habido tanques que han pasado por encima de personas, pero ya se ha terminado", añade con tono tranquilo explicando que allí están acostumbrados a hechos similares.

Este joven turco reflexiona en la distancia sobre la situación de su país y asegura que el problema es que "tanto EEUU como Alemania (donde él vivió varios años) le tienen mucha envidia a Turquía porque es un país musulmán que todavía está en pie. Quieren hacer como en Siria, que se destruya, pero aquí hay muchos turistas y la economía es muy buena".

Y añade: "A Erdogan la gente lo quiere mucho, yo lo voté en las últimas elecciones y lo volvería a hacer porque nos sentimos muy conformes con su política. Yo estoy en contra de lo que hicieron los militares".

Desde Estambul

Otro joven de 24 años que durante el curso 2013-2014 hizo sus estudios en la Facultad de Comunicación del campus de Badajoz, Alper Boz, habla desde Estambul, ciudad donde reside actualmente, y da otro punto de vista: "Turquía es un país que ha sufrido muchos golpes de Estado a lo largo de su historia, en los años 60, los 70, los 80... El ejército ha sido continuamente un problema grave para nosotros porque siempre han querido tomar el poder, y esto ha provocado muchas cosas malas".

Este comunicólogo tiene claro que, debido a esta forma de actuar de los militares, su país no se ha podido desarrollar lo suficiente. No obstante, añade: "No tiene por qué gustarte Erdogan, pero para quitarlo hay que hacerlo de manera democrática, no con golpes de estado o con más atentados, eso no sirve para nada, sólo para provocar más dolor".

La democracia

De hecho, asegura que ahora mismo en su ciudad se respira nerviosismo e incertidumbre por no saber cuáles serán las consecuencias del golpe. E insiste: "Si quieren que cambie el gobierno, que voten, que usen la democracia, pero que no hagan esto, porque al final salimos todos perjudicados y hay muchas víctimas mortales".

Alper Boz expresa su miedo a que lo que ocurrió la noche del pasado viernes (cuando todavía no había dado tiempo a la recuperación del atentado en Niza, saltó la alarma en Turquía) sea sólo el primer paso de lo que aún queda por venir.

"Creo que esto es sólo el principio. Siento temor de que a partir de ahora haya represalias, pasen más cosas, haya otros brotes, porque la situación es tensa", concluye este joven turco.