Cambia el color político y cambian los nombres de los seleccionados a dedo, de los puestos de confianza, de los elegidos. La primera en hacerse oficial ha sido la despedida de Cristina Herrera, delegada del Gobierno en Extremadura. Ella misma ha convocado hoy un encuentro «privado y sin micrófonos» con los medios de comunicación para hacer oficial su adiós.

Herrera asumió el cargo en abril de 2015. Fue una propuesta de José Antonio Monago, entonces presidente de la Junta. Sustituyó a Germán López Iglesias, que cesó para ir de número dos en la lista del PP al Ayuntamiento de Badajoz.

Precisamente López Iglesias es otro de los nombres que está en el aire. Dejó el Consistorio pacense para ser director general de la Policía Nacional, un cargo al que llegó gracias a la confianza que en él depositó el hasta hace unos días ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, con quien mantiene una amistad. Ahora, tras un periodo de año y medio, perderá ese puesto.

Antes de trasladarse a Madrid, López Iglesias se convirtió en el mediador de su Ayuntamiento. Hacía de puente entre el alcalde, Francisco Javier Fragoso, y el portavoz de Ciudadanos, Luis García Borruel (quien fue invitado a marcharse de su propio partido, el cual sostiene al Gobierno local).

Y otro de los puestos que cambiará con toda probabilidad es el de María José Ordóñez, delegada del Gobierno para la Violencia de Género. Ordoñez fue directora del Instituto de la Mujer en la región en época de Monago.

Son algunos de los nombres extremeños que la moción de censura de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy se va a llevar por delante. Vendrán otros.