El cambio de modelo de una actividad económica suele responder a un cambio en las necesidades de sus consumidores y lo que está sucediendo con los centros comerciales no es una excepción. Hace tiempo que en sociología se atisba ese cambio de paradigma. «Ya hemos tenido tesis doctorales que analizaban que el modelo de las grandes superficies monotemáticas estaba en declive», apunta Domingo Barbolla, sociólogo y profesor de la Universidad de Extremadura. Las razones que esgrime son que por un lado la sociedad está cada vez más envejecidos y las personas mayores se mueven cada vez menos («la pandemia ha agravado eso» añade) y por otro lado, que se está acelerando otro cambio que acabará salpicando también pronto a este modelo: el medioambiental. «Las ciudades inteligentes ya contemplan que para evitar que la movilidad sea tan contaminante, todo tiene que estar a menos de 15 minutos», advierte. 

Los grandes centros comerciales muy alejados de la ciudad o en sus límites no casarían con esos criterios y para incrementar su atractivo amplían la oferta: «Si quieres ir al cine, te mueves más. Y ya pasas el día con tus hijos y de paso haces compras. Hay que tener en cuenta que el modelo imperante en los centros comerciales es el de las familias», apunta el experto. Aún así insiste en que el criterio de las ciudades inteligentes y con ellas la proximidad de todos los servicios, se acabará imponiendo y con ello, «aunque una parte del turismo de compra se mantendrá, aunque no será ni mucho menos la dinámica». 

¿Y el comercio on-line? «Cada vez tiene mayor protagonismo, por lo que las grandes superficies tendrán que ir introduciendo cada vez más iniciativas para atraer a un público que será casi en exclusiva gente joven y entornos familiares», razona Barbolla, que recuerda que las grandes multinacionales «lo que quieren saber es qué pasará dentro de 10 años». Pero aún así recuerda el actual contexto, condicionado no solo por la pandemia, sino por cómo ha servido esta para poner aun más en evidencia un problema mayor, que es el medioambiental. «Los grupos humanos vamos a tener que tirar de imaginación para ser capaces de predecir el futuro, acercándolo ya a la lógica posible de la energía disponible en los entornos». «Nos va tocar ser muy eficaces y una forma de conseguirlo va a tener que pasar por la movilidad y por crear ciudades en las que la movilidad sea muy reducida», advierte.