A los 9 años Alberto González (Badajoz, 1926) no sabía leer ni escribir porque en aquella época había otras lecciones prioritarias en una casa que perdió al padre de familia en 1936. «Pero me daba vergüenza porque veía que algunos de mis amigos sí sabían y me empezó a ilusionar la idea de aprender», cuenta. Desde entonces, nunca ha dejado de cultivar su mente.

En su juventud estudió perito mercantil en Sevilla gracias a una beca del Frente de Juventudes. Se desplazaba desde Badajoz a la capital hispalense solo para hacer los exámenes en un tren que tardaba más de doce horas. Pero fue su rapidez escribiendo a máquina la que hizo que se fijaran en él para trabajar en el Ayuntamiento de Badajoz, donde años después aprobó una oposición y ha trabajado 50 años de su vida. «Allí conocí también a mi mujer». Compaginaba su trabajo en el ayuntamiento con otras ocupaciones por las tardes, «no había mas remedio que tener varios trabajos». Pero nunca dejó de estudiar y aprender y hoy sigue con el mismo interés e ilusión por los libros. El 9 de diciembre cumplirá 95 años y es el alumno con más edad que tiene la Universidad de Extremadura. «Me gusta estudiar, allí se aprende mucho y, como estoy viudo, también es muy agradable la convivencia con los compañeros».

«Siempre me ha gustado estudiar y aprender y es muy agradable también la convivencia con los compañeros»

ALBERTO GONZÁLEZ CONTRERAS - Alumno de más edad (94 años) del programa

González no cursa una carrera ni un máster al uso, sino el programa de la Universidad de Mayores que la UEx puso en marcha hace 22 años. «Vi a un amigo que había empezado estos cursos y me entusiasmó». Y ahí lleva matriculado desde hace casi una década. La formación ordinaria del programa son cinco años, pero luego hay posibilidad de continuar con los cursos posgrado. «Ya llevaré cuatro o cinco», cuenta. 

En coche a la facultad

Las clases empezaron hace un par de semanas y por fin son presenciales tras un curso completo de formación telemática (por el covid) que él no ha seguido con la misma avidez. «Echaba mucho de menos esas dos tardes a la semana en la facultad». Pero Alberto este año todavía no ha podido ir: «Me he operado de cataratas y necesito un poco de tiempo, pero estoy deseando empezar». No sabe aún si este curso, como hasta ahora, usará el coche para ir al campus o si tirará de taxi o autobús «porque me han bajado las facultades». 

Aunque él siempre ha sido de números, dice que ahora le gusta mucho la literatura. «Soy un enamorado de la lengua española». El deporte ha sido otra de sus grandes pasiones, pero en estos momentos de su vida disfruta sobre todo con la lectura, con sus hijos y sus nietos. Y también con esta universidad para los mayores que le tiene tan enganchado como a María Antonia Rivera. Ella, de Plasencia y con 80 años, es la estudiante que más tiempo lleva en el programa de la UEx, los mismos que tiene de vida la iniciativa. «Cuando empezó, en 1998, yo tenía 58 años y esa era la edad mínima para poder apuntarse, así que tuve suerte», dice. Desde entonces no ha parado. Tiene a sus espaldas más de una decena de cursos de posgrado y en estos 22 años, cuenta, ha repetido profesores pero nunca contenidos. «Francamente, esta ha sido una de la experiencias más extraordinarias que he tenido en mi vida y que sigo teniendo». 

«Me apunté hace ya 22 años y estoy enganchada. Es una de las experiencias más extraordinarias de mi vida»

MARÍA ANTONIA RIVERA CASTRO - La primera alumna (80 años) del programa

María Antonia Rivera es otra de esas alumnas aplicadas a las que siempre le ha gustado aprender. Estudió Magisterio y aunque no ejerció como maestra, ha trabajado toda su vida en un instituto, en el Gabriel y Galán, el primero que se abrió en Plasencia. «Al final acabé aprobando unas oposiciones del Estado y he estado 43 años trabajando en la secretaría del instituto». También fue una pionera en el ámbito político al convertirse en la primera mujer concejal en el Ayuntamiento de Plasencia durante las dos primeras legislaturas de la democracia.

Mantenerse activos 

«Me gusta mucho relacionarme con la gente y me pareció una buena idea meterme en la universidad cuando se creó este programa. Y pienso continuar hasta que tenga fuerzas porque estoy enganchada. Para mí es muy importante aprender y ampliar conocimientos en todos los ámbitos, pero mi campo favorito es la historia de la tierra, la geología». Y otro factor importante, añade, son las relaciones personales que se crean con los compañeros de clase, que es otro de los objetivos fundamentales de la iniciativa, ya que buena parte de los estudiantes son personas que viven solas, como es su caso. «Me encanta estar con la gente». De hecho, en su primer curso crearon un coro que todavía sigue activo y, además, coordina un club de lectura en una residencia de mayores. Coro reconoce que hay gente que le ha dicho que a su edad debería parar un poco, que se dedique ya a pasear y poco más, pero hace oídos sordos. «Sigo estudiando y leyendo como antes, tengo buena salud y creo que hay que mantenerse activos hasta que uno tenga fuerza y yo la tengo, por suerte». 

Al principio, recuerda, la Universidad de Mayores constaba solo de tres cursos, pero «cuando pasaron esos tres años queríamos continuar y Florentino Blázquez (el coordinador regional del programa), que siempre ha tenido una capacidad extraordinaria de atender a los alumnos, logró que se ampliara hasta los cinco cursos y que luego se permitiera continuar con estudios de posgrado». Todavía recuerda cómo le satisfizo su primer posgrado en el que hizo un trabajo de investigación sobre el convento de las capuchinas de Plasencia, «un tesoro desde el punto de vista de la historia y el arte porque allí se conservan cuadros inéditos de Francisco Rizi, los únicos que hay del autor en Extremadura, junto a otros en la catedral de Plasencia», dice.