Si son de lobo o de perro. Es la duda que en apenas unas semanas, quizás solo días, despejarán los análisis de las muestras de excrementos de cánidos recogidas en las comarcas cacereñas de Sierra de Gata y La Vera que se están realizando en CIBIO-BIOPOLIS, un centro de investigaciones científicas ubicado en la localidad portuguesa de Oporto, al que han sido remitidas por la Junta de Extremadura. «En enero tendremos ya la certeza», confirma María Jesús Palacios, directora del Programa de Conservación de la Dirección General de Sostenibilidad. 

El muestreo de los transectos (franjas de terreno previamente escogidos) para intentar detectar la existencia del lobo ibérico (‘canis lupus signatus’) aún continúa. La desarrolla personal técnico de la Dirección General de Sostenibilidad con el apoyo de los agentes del medio natural. «Seleccionamos cuáles son los lugares más idóneos para la presencia de lobo en base a que tenemos poblaciones relativamente cercanas tanto en las provincias de Ávila y Salamanca como en la parte portuguesa», detalla. Eso abarca zonas de las comarcas de Gata, Hurdes, Valle del Ambroz, La Vera y el Valle del Jerte. La búsqueda se realiza mediante recorridos a pie por los lugares de mayor altitud, con especial hincapié en caminos o cortafuegos, por los que al lobo le resultaría más fácil desplazarse. El objetivo es localizar excrementos, huellas o pelo (por ejemplo enganchado en alambradas) que puedan ser de este predador, «pero también buscamos carroña que haya de ungulados silvestres. Si hay grupos familiares [de lobos] van a consumir ciervos o jabalís y, generalmente, cuando capturan una presa, en los alrededores suelen excretar, entre otras cosas para marcar territorio», aclara. No obstante, tanto huellas, como pelo o incluso los propios excrementos son fácilmente confundibles visualmente con los de un perro, por lo que para tener seguridad se requiere del examen genético. Las búsquedas tienen lugar una vez al mes. Aún restan por completar las de finales de diciembre y la de enero «y, si las cuerdas están nevadas, en febrero buscaremos también», avanza, ya que en la nieve las huellas de los lobos y otros registros son más fáciles de detectar.

Aparte de confirmar de qué especie se trata, las pruebas genéticas que se están realizando en Portugal podrían revelar más cosas. Por ejemplo, si se trata de un mismo individuo o de varios diferentes. A este respecto, puntualiza Palacios, de concluirse que uno de los excrementos es positivo en lobo, habría que seguir con la prospección para descartar que se tratase de un individuo aislado que ha pasado circunstancialmente por la zona. Y si se continúan encontrando restos dejados por los mismos ejemplares de forma continuada a lo largo de varios meses, eso significaría «que es una manada estable».

Huella de lobo.

Huella de lobo.

Sea cual sea el resultado de los análisis, esta bióloga considera como opción más factible que a día de hoy el lobo no esté todavía de una forma constante en Extremadura, «pero es probable que en los próximos cinco años sí lo tengamos», pronostica, aunque sea ‘a caballo’ con otras zonas situadas fuera de la región. Y, en el mejor de los casos, podría existir algún grupo que, aun siendo compartido, «esté más tiempo en nuestro territorio que en el vecino». Por lo pronto, aclara, además de las cercanas poblaciones que deambulan por territorio de Castilla y León, del otro lado de la frontera, entre Idanha-a-Nova y la Serra da Malcata, ya se ha confirmado también la presencia de lobos, lo que incrementa las posibilidades de que este carnívoro retorne a la comunidad autónoma después de décadas ausente de ella.

«Creo que ahora mismo no lo hay de una forma estable en Extremadura, pero es probable que en los próximos cinco años sí lo tengamos»

María Jesús Palacios - Directora del Programa de Conservación de la Dirección General de Sostenibilidad de la Junta de Extremadura

El lobo ibérico está incluido desde el pasado mes de septiembre en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE). El cambio de estatus ha contado con la oposición de las cuatro comunidades del noroeste -Galicia, Castilla y León, Cantabria y Asturias-, donde su población es mayor y que han decidido llevar su rechazo hasta Bruselas para intentar que el Gobierno español dé marcha atrás.La prohibición de su caza, salvo en supuestos muy específicos, puede ser un factor que propicie su aparición en Extremadura. Palacios puntualiza que, si bien la ausencia de esta presión cinegética puede facilitar su expansión, «tampoco va a ser una especie que de repente ocupe toda la Península». El lobo ibérico es una subespecie endémica de España y Portugal, matiza, con un ritmo de colonización de nuevos territorios que es inferior al de otras subespecies del continente europeo, una disparidad que todavía no se ha explicado científicamente. De hecho, tampoco cree que acabe por ocupar la mayor parte de la región. «El norte de Extremadura será más o menos donde la población se quede. Tampoco en Portugal ha bajado», arguye, a pesar de que en el país vecino está en peligro de extinción y no se caza desde hace más de una década. «No hay lobo en el Algarve, o en el Alentejo», razona.

La distribución del lobo en España.

Si los análisis confirman que se trata de lobo, ¿qué es lo que habría que hacer? De momento, responde Palacios, no tiene sentido contar con un plan de actuación sin verificar que la especie está presente y, siendo así, en qué zonas, si bien, aduce, en Extremadura «contamos con una ventaja, que es que ya tenemos al lobo catalogado en la categoría de en peligro de extinción». En el supuesto de que se tuvieran pruebas de su llegada, añade, lo que habría que comenzar a aplicar «de forma inmediata» sería la estrategia planteada a nivel nacional -de próxima aprobación-- y elaborar un plan de recuperación propio. «Luego, en paralelo, habría que irse reuniendo con todos los ganaderos de la zona y con los sectores cinegético y turístico», cuenta. Sobre este último, destaca que «el lobo es un recurso turístico pero que hay que ordenar, para no molestar excesivamente a las manadas».

Coexistencia con el ganado

Sobre el conflicto que pueda plantearse con los ganaderos, defiende que «un animal silvestre como el lobo va a procurar siempre comer otros animales silvestre porque es lo que menos problemas le va a provocar con su mayor enemigo, que es el hombre. Sus presas fundamentales son jabalís y ciervos, o gamos y corzos donde los hay. Y luego, en muy raras ocasiones, aunque sea lo que más se ‘chilla’, preda sobre el ganado». Reconoce, empero, que el de estos ataques es un «problema que hay que asumir y atajar», a la vez que recalca que la estrategia nacional «no es estrictamente de conservación del lobo, sino de compatibilizarla con los usos del territorio como los ganaderos y los turísticos». Por eso incluye, entre otros elementos, compensaciones por los daños que pueda causar esta especie en los rebaños y «la adopción de medidas preventivas para todos aquellos ganaderos que no están preparados para este gran depredador». Igualmente, indica que también en la ley autonómica de conservación de la naturaleza se establecen indemnizaciones para los perjuicios ocasionados por especies protegidas. 

«El lobo va a procurar siempre comer otro animal silvestre porque es lo que menos problemas le va a provocar con su mayor enemigo, que es el hombre»

María Jesús Palacios - Directora del Programa de Conservación de la Dirección General de Sostenibilidad de la Junta de Extremadura

En cualquier caso, lamenta que en Extremadura «nos hemos acostumbrado a que no haya depredadores con lo cual, esa figura tan importante para las manadas de ovino, caprino, vacuno o equino que son los pastores, ha desaparecido, y tenemos al ganado suelto en el campo. Es una profesión que hay que volver a dignificar. Pero lo que todavía es más triste es que también haya desaparecido la figura del perro de custodia. Apenas quedan mastines que luchen contra cualquier depredador». 

Esta experta se muestra igualmente convencida de la aportación beneficiosa que tendría para el ecosistema la presencia de este mamífero. «Está totalmente demostrado por la comunidad científica que el lobo y otros grandes carnívoros, como puede ser el lince, las presas que consumen son las que están mal, las que tienen alguna patología», ya pueda ser esta tuberculosis o enfermedad de aujeszky, entre otras. Y si se muere algún animal por enfermedad en el monte, «los lobos lo harán desaparecer», precisa. Además de este «papel fundamental de saneamiento natural», esgrime, en aquellos lugares en los que haya superpoblación de ungulados silvestres» la va a regular para que no haya brotes, por ejemplo, de sarna, que es muy problemática, que afecta no solo a la cabra montés, también a los ciervos o a los zorros, y que puede saltar al ganado doméstico».