Baltasar Montaño era un reputado periodista económico en la capital de España cuando echó cuentas y pensó que si la media de vida de un español eran 80 años, él no quería trabajar más allá de los 40. Así que a los 35 años empezó a trazar un plan de jubilación. 

De familia de agricultores, el mayor de siete hermanos, en la universidad compaginó los estudios con el trabajo en un bar y fue el sueldo de camarero el que le pagó el máster en periodismo económico que le permitió meter la cabeza en la profesión. Hizo ahorros, cuadró ingresos y hace cinco años que se ha convertido en un mochilero. Pero no uno al uso: en sus viajes es imprescindible descubrir la gastronomía del mundo, darse caprichos, probar cuantos deportes y aventuras se le pongan delante y alimentar culturalmente un espíritu universal. Ese plan y toda la aventura la cuenta en su libro “Sin billete de vuelta”, que presentará en Asturias, en el Club Prensa Asturiana, el martes, 15 de febrero, a las 19.00 horas.  

-’Sin billete de vuelta’ no es un libro de viajes. ¿Qué diría que es?

-Es un libro de viajes, pero también un libro sobre cómo armar un pequeño atrevimiento, un cambio de modelo de vida para reubicarse en este mundo, sin más pretensiones que las de buscar una moderada porción de felicidad libre de ataduras, sin tener que esperar al tradicional retiro de la jubilación. Y también es un compendio de aventuras, algunas extremas, y de los colores, olores, sabores y experiencias que nos regalan otras culturas más o menos lejanas.

-¿Qué le dijo la vida para que decidiera jubilarse muy joven siendo, como era, un periodista valorado y pagado?

-No hablé mucho con la vida en aquellos años. Trabajé duro en la hostelería para pagarme la carrera de periodista, me especialicé en economía y me fue muy bien y cuando tenía unos 35 años o por ahí empecé a pensar en cómo sería la vida sin tener que trabajar ni viajar siempre con billete de vuelta. En diez años armé un plan alternativo para vivir con mucho menos y poder dedicarme a lo que más me gusta. Y por ahora el plan funciona.

-Cuánto gasta, dónde engordó, sus amoríos... ¿Se ha dejado algo en el tintero?

-Viajo más o menos con un presupuesto de 1.500 euros al mes, sin estridencias de consumo pero sin estrecheces, con una mochila de 12 o 13 kilos a la espalda, viajo con lo básico y compro lo que necesito, soy un mochilero pequeño burgués de 50 años con sencillas pretensiones. Engordé mucho en los meses de despedidas en España y adelgacé como un poseso navegando el Amazonas colgado de mi hamaca o en Bolivia subiendo seis miles. Algunos amoríos cayeron por el camino, también sufrí las despedidas. En el tintero me queda todo, viajar por la África real, pensar en qué voy a hacer en el futuro, algo en lo que nunca pienso, y seguir en movimiento.

-Un periodista que se muestra “a calzón quitado”. ¿Le queda algo de periodista o ya es un exhibicionista? 

-Me queda mucho de periodista, es una deformación profesional y personal que espero no perder nunca. En el libro, como en la vida de viajero, me he desprendido de muchos filtros y grandes verdades, y por supuesto he reafirmado otras, pero he querido mostrarme casi desnudo, más o menos como suelo viajar. 

-¿Al Baltasar Montaño de los 20 años le sorprendería en qué anda el “Balta” de los 50?

-No me puedo ni imaginar lo que el Baltasar de aquellos años pensaría del actual. Yo llegué a Madrid y me puse a trabajar a tope en un bar del distrito de Moncloa para costearme la universidad, fui un currante ejemplar como me enseñaron mis padres, y busqué con fervor dedicarme al periodismo, que me abrió la mente, me descubrió el amor por la cultura y los viajes y me empujó a buscar esa nueva vida de hedonista viajero.

-¿Y la estructura financiera que le ha permitido este sueño?

-Invertí en una buena vivienda en el centro de Madrid y ahorré mucho en los buenos años del periodismo, para entre una cosa y otra armarme una asignación mensual ajustada pero suficiente.

-¿Hasta cuándo?

-Tirando de tópicos, hasta que el cuerpo (el corazón y la mente) aguante. Viajar en libertad y sin responsabilidades es adictivo. A mí me gusta el movimiento, lo impredecible, chupar la savia de otras gentes y culturas y dejar que su sirimiri me vaya moldeando. Todo eso es excitante. Y si me canso, como Forrest Gump, paro y repienso mi vida.

-¿Y la logística de viajar “sin billete de vuelta”?

-Al principio requiere un poquito de esfuerzo, nada de miedo y cero aversión al cambio y lo desconocido. Después, más o menos, todo viene rodado. Avanzas de un país a otro con tu mochila y tus energías, compras lo necesario y prescindes de lo prescindible, que por muy obvio que parezca, a mucha gente le cuesta. Y cuando el cuerpo te lo pide vuelves a tu país a ver a los tuyos.

-Haga un plan para dejar de trabajar joven y hacerlo sin remordimientos. 

-No tengo plan para eso. Quizá no haya que dejar de trabajar, pero sí es recomendable hacer un parón a mitad de vida para revisar el modelo que tenemos, salir de la zona de confort por unos meses y desde el gran angular de la distancia razonable replantear nuestras certezas para, en la mayoría de los casos, darnos cuenta de que nuestra vida está bien y nos gusta. Y a los que decidan cambiar les recomiendo que den el salto sin pensar en tensar la red de caída.

-Pinte al lector una ruta por el mundo ideal: dónde empezar, por dónde seguir y a dónde llegar. 

-Si le gusta viajar, ir siempre a países poco trillados y hacerlo con tiempo, que arañe todos los días que pueda para viajar y nunca con planes prefijados y paquetes ad hoc, que pregunte mucho, coma y beba y haga siempre lo que hacen los locales, y por unos días se olviden de sus referencias. Hay que viajar ligero de equipaje y dejar los anclajes en casa.

-Y ahora le digo, como dicen los mayores, que “mucho viajar por el mundo pero seguro que no conoce Asturias”.

-Conozco muy bien Asturias. Hasta que dejé España vine muchas veces, la disfruté y engordé los kilos que con ella corresponden. Y ahora con el covid más aún, porque con la pequeña camper y la bici que me compré para entretenerme en la Península Ibérica ya me he vuelto a dar unos buenos paseos por esta maravillosa tierra. 

-Su libro destila atracción por la aventura, que le encantan los vinos, la literatura y la música. ¿Me dejo algo? 

-Sobre todo me gusta la gente. Por supuesto, la música, el cine, la literatura, la cocina, los vinos y millones de cosas más que nos ofrecen otros países más o menos diferentes al nuestro, pero lo que más me atrae son las gentes

-A los 65 años se ve… dónde y haciendo qué.

-Nunca pienso en mi futuro, pero obviamente me veo sin pensión, viviendo tranquilamente en un sitio con mar (amo la navegación y soy patrón de barco), que quizá no esté en España. Escribiendo y leyendo mucho, entretenido con mis deportes, comiendo y bebiendo bien y quizá haciendo mi propio vino, pero quién sabe, queda tanto por descubrir...