El Periódico Extremadura

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Los problemas en un sector cárnico

«De esta, más de uno cerramos»

Las organizaciones agrarias exigen a las integradoras que trasladen el incremento que se ha producido en el precio final del pollo a lo que pagan a los granjeros, que están sufriendo de forma directa el encarecimiento de los precios del pienso, electricidad y gas

La importación de pollo desde Marruecos, otro golpe para más de 300 granjas extremeñas PILAR WALS| JUAN CABALLERO

«Con el doble de gastos estoy cobrando exactamente lo mismo que hace un año. Y en el caso de que hubiera una revisión del contrato, va a ser en contra nuestra, como siempre ha sucedido», se queja el responsable de una granja extremeña dedicada a la cría de pollos. Prefiere no dar su nombre para evitar posibles «represalias» de la integradora con la que trabaja (la empresa que le suministra el pienso y las aves recién nacidas y que luego se las vuelve a comprar una vez engordadas). «Hoy en día a las integradoras granjeros les sobran, pueden prescindir de quien quieran», arguye.

«Lo que me dicen es que en el matadero han subido también los costes de procesamiento del pollo, pero lo que no te cuentan es cuánto ha aumentado el precio final de venta de la carne», critica. Normalmente, continúa, la revisión de los contratos se hace anualmente «pero a petición de ellos. Y entonces te echas a temblar porque sabes que va a ser a la baja». El argumento que se da para remunerar menos viene a ser que «el pollo genéticamente cada vez engorda más y precisa comer menos». «Pero eso es supuestamente», matiza este granjero.

«Con el doble de gastos estoy cobrando exactamente lo mismo que hace un año», lamenta un granjero

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Asevera que la situación es similar «te vayas con la integradora que te vayas» y que aunque «todo el mundo intenta aguantar, llega un momento en el que no se puede. No es mi caso por ahora, pero llegará». «¿Por qué las integradoras no crían pollos?, porque no les interesa, no quieren riesgos, y si los animales engordan o se mueren, o si suben los costes energéticos es tu problema», alega este empresario, para quien estas firmas no buscan «que te asfixies porque viven de nosotros, de los granjeros, pero sí tenernos al límite». «Y si ahora nos dicen además que nos traen pollo de fuera, más de uno cerraremos de esta. Sobre todo entre las granjas más nuevas, las que tienen una hipoteca que pagar», apostilla.

«Muchos aguantan porque tienen que pagar al banco, si no le quitan todo: la nave, la casa...», dice otro

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Menos de un 5% del precio que paga un consumidor por el kilo de pollo llega a los granjeros. Un porcentaje «irrisorio y totalmente insuficiente que no ha dejado de bajar en los últimos meses», según denuncia la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). Este bajo precio percibido por los granjeros, sostiene esta organización agraria, hunde su rentabilidad y dificulta su supervivencia, hasta el punto de poner en peligro el abastecimiento para el próximo otoño. UPA lamenta la actitud «egoísta» de las integradoras, «apenas una decena de empresas que controlan la práctica totalidad de la producción de pollo. «El precio al consumo no ha dejado de subir en los últimos seis meses, sin que esa subida se traslade a los granjeros», arguye a través de una nota.

La situación es «insostenible», en un sector «basado en pequeñas explotaciones de propietarios jóvenes, con un nivel importante de endeudamiento a causa de las inversiones que han tenido que hacer para implantar y modernizar sus explotaciones. «Cada día es más difícil pagar las deudas. Si la cosa no cambia, será muy difícil sobrevivir», se defiende.

Más control

También desde COAG se han reclamado al Ministerio de Agricultura más medios para aumentar las inspecciones de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) en torno al cumplimiento de la Ley de Cadena Alimentaria en los contratos de las empresas integradoras con los ganaderos y para vigilar las prácticas comerciales abusivas de las cadenas de distribución.

Pedro Ruiz arrojó la toalla en octubre pasado después de casi veinte años criando pollos. El 10 de ese mes sacó la última camada de la nave «y ya no meto más. Esto es una ruina», afirma. Lo último fue la exigencia de la integradora de tener que pesar los animales en el matadero, no en origen. Cada camada pasó de repente de valer unos ocho mil euros, a no superar los seis mil. Si habitualmente le quedaban a él unos 800 o 1.000 euros por mes --«esto no deja para más, solo para ir tirando, son muchos gastos», aclara-- de esa última camada apenas obtuvo 250 euros y «ya me dije que tenía que salir de aquí».

Muchos otros empresarios del sector están en una coyuntura parecida a la suya y si aguantan, asegura, es «porque tienen que pagar al banco, si no le quitan todo: la nave, la casa...», y «las integradoras lo que quieren es que estés siempre atado, si tienes una nave, te dicen que hagas otra, que estés asfixiado para poder mandar en ti».

En su granja, ubicada en el término municipal de Fuente del Maestre, ha criado millón y medio de pollos para «consumo humano, sin tener nunca ningún problema» y cumpliendo siempre con unas normativas cada vez más exigentes, para que luego «dejen entrar la carne de Marruecos. No tiene sentido».

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