FUE ESTAFADA POR UN EXTREMEÑO

Víctima del timo del amor: «Pedí dos préstamos para comprarle coches. Ha jugado con mis sentimientos»

Conoció a su estafador en ‘Meeting'. Llegó a quitarle más de 40.000 euros

Colectivos de víctimas alertan de la aparición de grupos criminales dirigidos desde Asia o África

Una mujer mantiene una relación sentimental virtual.

Una mujer mantiene una relación sentimental virtual. / EL PERIÓDICO

Se conocieron a través de Meeting, una plataforma para encontrar pareja a la que Elena (nombre ficticio) se había apuntado para intentar recuperar su vida social. Tenía casi 47 años, llevaba nueve divorciada y su hija, a la que había criado sola, ya tenía 16 años, por lo que creía que era un buen momento para darle otra oportunidad al amor. Lo consiguió, pero no salió como esperaba. En esta plataforma conoció al que se convirtió en su pareja durante los siguientes nueve meses, un extremeño, con residencia en un municipio del norte de Cáceres, que se presentó como ingeniero industrial, con trabajo estable en Madrid, aunque en ese momento estaba de baja por una incapacidad laboral temporal, por lo que había regresado a Extremadura.

Las chispas saltaron enseguida. Durante el primer mes la relación entre ambos fue telefónica, hasta que se conocieron físicamente en julio. Él se trasladó a Madrid para visitarla y ahí empezó una trama que terminó arruinando a esta madrileña. Ya en aquel viaje le pidió dinero para poder pagar el Blablacar con el que se había trasladado hasta la capital española. «Me dijo que se había quedado sin dinero. Eran 25 euros, así que se los dejé. No me pareció raro», comenta la víctima.

«Me amenazaba con abandonarme si no ponía los coches que compraba a su nombre, decía que era un proyecto familiar» «Tengo estudios universitarios y dirijo una empresa, pero es muy difícil darte cuenta, te embauca de tal forma que da igual si eres listo»

Elena

— VÍCTIMA DE ESTAFA DEL AMOR

En Madrid estuvieron dos días juntos, tras lo que él regresó a Extremadura y ella se marchó a la playa con su hija. Pero, como quería volver a verle, le invitó a que pasara con ellas unos días de vacaciones. Y aceptó. «Yo pagaba todo», reconoce Elena. Después, cuando él se marchó volvió a pedirle dinero; esta vez 200 euros para arreglar el coche, puesto que, según le contó, había reventado la rueda. «Le hice un bizum», cuenta. En otra de sus visitas desde Extremadura a Madrid le pidió otros 250 euros, también para arreglar el coche. Y de nuevo se los dejó. Hasta que en septiembre (unos tres meses después de su primer contacto) se presentó con las maletas en la casa de Elena, en Madrid.

Convivieron 7 meses: ella pagaba todo

Convivieron durante siete meses, tiempo en el que continuaron las peticiones de dinero. Hasta que en octubre Elena llegó a pedir dos créditos de 32.000 euros en total para comprarle dos coches; aunque, eso sí, no los puso a nombre de él: «Era tonta, pero no del todo», dice completamente hundida. La chantajeaba. «En diciembre fuimos a ver a su familia a Cáceres y en Talavera, tras una discusión porque el coche que llevábamos (uno de los que ella había comprado con los créditos que pidió) no lo había puesto a su nombre, me echó del coche», recuerda. Era de noche y estuvo media hora dando vueltas sola por la calle hasta que la llamó por teléfono para disculparse. Lo solucionaron, así que volvió a buscarla y pusieron de nuevo rumbo a Extremadura. «Me decía que éramos una pareja y que las cosas eran de los dos. Me chantajeaba con que si no ponía las cosas a su nombre me abandonaba», detalla. Así que, desde el pueblo de Cáceres donde vivía su familia, le compró una moto, que esta sí puso a nombre de su supuesto estafador. Su pareja.

Los préstamos económicos eran continuos. Mensualmente solía pedirle 200 euros para pagar la cuota de una vivienda que se estaba construyendo. «Me decía que era una casa para los dos, pero era todo un engaño», asiente. Las mentiras siguieron creciendo; hasta que un día le contó que había sufrido abusos sexuales de niño, con el objetivo de darle pena. «Le acababan de echar del trabajo (eso le contó, aunque tampoco era verdad). Me enternecí porque me lo creí y le compré un coche a su nombre y maquinaria para su supuesta empresa», dice. Era cerrajero (no tenía estudios universitarios como se había presentado en un principio, aunque esto ya se lo había reconocido anteriormente) y había montado un negocio, pero necesitaba material para ponerlo en marcha.

Elena lo perdió todo. Llegó incluso a pedirle dinero a su familia para seguir dando caprichos a su pareja. Hasta que un día él decidió abandonarla. «Como veía que ya no podía conseguir más dinero de mí se marchó», subraya. De vez en cuando regresaba al domicilio para recoger algunas pertenencias y en una de esas visitas, tras una discusión, «me cogió del cuello» y la amenazó. Después él le pidió volver, pues seguían manteniendo contacto telefónico, pero ella se negó. Todavía entonces no era capaz de reconocer que había sido víctima de lo que se conoce como estafa del amor, pero algo en su interior le decía que no podía continuar con él.

Fue su psicóloga la que le hizo abrir los ojos. «Estaba hundida. El chantaje emocional me tenía hundida. A la psicóloga le conté los malos tratos pero tardé dos meses en denunciar porque creía que era un sueño, que él en realidad no era así», reconoce. Hasta que un día, en una de esas visitas que él hacía a su casa para buscar sus pertenencias (en las que, por cierto, llegó a robarle dinero y sus joyas y las de su hija), Elena le instó a que le devolviera el dinero que le debía. «Me dijo que no me debía nada, que era yo la que le debía dinero. Y se reía. Entonces me di cuenta de todo», asiente.

Decidió denunciarlo por los malos tratos, por lo que le acaban de condenar a una multa, y por un delito de estafa, que de momento se ha sobreseído: «El juzgado dice que es muy difícil demostrar una estafa porque se supone que si somos pareja no me está robando porque el dinero se lo he dado yo», se resigna.

Francisco Jiménez, presidente de la Asociación de afectados por estafas emocionales.

Francisco Jiménez, presidente de la Asociación de afectados por estafas emocionales. / EL PERIÓDICO

«Los cabecillas de las redes captan a los seductores y les forman con técnicas psicológicas muy agresivas» «Las víctimas vienen destrozadas. En estas estafas no solo duele el bolsillo, sino el corazón. Es muy cruel, se juega con el sentimiento»

Francisco Jiménez

— ASOCIACION DE AFECTADOS POR ESTAFAS EMOCIONALES

A día de hoy, después de que ha pasado casi un año, sigue en tratamiento psicológico y psiquiátrico y continúa pagando los préstamos que pidió. Siente vergüenza por lo que le ha ocurrido. De hecho, no ha sido capaz de contárselo del todo a su familia. «Se ha aprovechado de mis sentimientos. Me paso el día llorando por el desengaño. Tengo pesadillas todos los días con él», cuenta. No sale de casa porque siente «terror» a poder encontrárselo. Y aún sigue sin explicarse cómo cayó en la trampa: «Es muy difícil darte cuenta. Te embauca de tal forma que, por mucho que te digan, no lo ves. Tengo estudios universitarios y soy una persona inteligente con los negocios, me van bien, pero no sé cómo me enamoré tanto. Consiguió crear en mí una dependencia que hizo conmigo lo que quiso, los psicólogos dicen que puedes ser la más lista del mundo pero esta gente sabe muy bien lo que hace», explica.

No son casos aislados

El suyo no es un caso aislado, sino que hay decenas de afectados por este tipo de estafa en el conjunto nacional, tanto hombres como mujeres. Este boom es lo que llevó, de hecho, a que el año pasado se constituyera la Asociación de Afectados por las Estafas Emocionales, con sede en Madrid pero desde donde han atendido ya a más de 300 víctimas de diferentes partes del conjunto nacional. Y no solo estafadas por personas a título individual, como le ocurrió a Elena, sino por una organización criminal, perfectamente estructurada y en la que el seductor actúa de intermediario entre los cabecillas de esta mafia. Lo cuenta el presidente de este colectivo, Francisco Jiménez, cuyo despacho de abogados, Zaballos Abogados, ofrece asesoramiento jurídico a las víctimas: «Con la extensión de las redes sociales ha habido un boom de estafas del amor, pero detrás de ellos hay organizaciones criminales que operan desde Asia, África o Europa del este», subraya.

Los jefes de estas organizaciones captan a personas de su país que residen en España y que conocen bien el castellano, a los que forman para que capten a las víctimas y las engatusen. A estos intermediarios les extorsionan amenazándoles con hacerles daño a su familia si se desvinculan o si denuncian. Estos, según van consiguiendo el dinero, se lo envían a los cabecillas de la red. «Tienen técnicas psicológicas muy agresivas. Vivimos en una sociedad donde hay mucha soledad y muchas personas son presa fácil; basta con mostrar un poco de afecto para que piquen el anzuelo», explica Francisco Jiménez

La mayor parte de las víctimas del timo del amor tienen entre 40 y 60 años, tanto hombres como mujeres, están solteros o divorciados y buscan mantener una relación a través de las redes sociales. Además cuentan con un trabajo estable y un nivel de vida medio-alto, pues en realidad lo que buscan es el dinero. «Las redes sociales como Facebook, Instagram, Tik Tok o incluso Whatsapp aportan mucha información sobre nosotros. Ellos captan a personas vulnerables y que buscan conocer a alguien por las redes sociales, pero que sea solvente e incluso que pueda tener acceso a un préstamo; una persona insolvente no les interesa», puntualiza Francisco Jiménez. Por eso precisamente no se trata de una estafa que afecte a personas menores de 40 años, dado que la estabilidad económica con 20 o 30 años no es la suficiente como para poderles robar las cantidades que ellos esperan. En algunos casos han rozado el medio millón de euros.

Lo curioso de este tipo estafas cometidas por grupos criminales es que no se produce ningún tipo de contacto físico entre la víctima y el seductor, como sí ocurre en las estafas individuales como la que sufrió Elena, sino que en este caso la relación se limita a las redes sociales. Se cuidan mucho de no exponerse para no ser identificados; es más, es bastante frecuente que el estafador tenga un perfil falso, con imágenes creadas con Inteligencia Artificial. «Ahora es muy fácil simular conversaciones, poner un cuerpo fornido, modular la voz, ...», agrega el presidente del colectivo. Esta es, de hecho, una de las grandes dificultades que se encuentran los juzgados para esclarecer los hechos, ya que identificarlos resulta complicado.

No es imposible. De hecho acaba de caer una red criminal en Francia que había llegado a estafar 500.000 euros a víctimas de distintos países, entre ellos España, afectados a los que asistía esta asociación madrileña. Para las víctimas se ha decretado prisión. En España, la Guardia Civil y la Policía Nacional están detrás de varias organizaciones que se dedican también al timo del amor. En este caso ya se ha identificado a alguno de los autores, aunque de momento las operaciones siguen abiertas. «Es fundamental coger a los intermediarios porque ellos son la cara visible. Se necesita, para meterlos en prisión preventiva y que nos lleven a los cabecillas. Por eso la colaboración entre España, África, Asia o Europa del este es fundamental», sostiene Jiménez.

Denunciar en el juzgado

El consejo de esta asociación es que, tan pronto como una persona sea consciente o sospeche que está siendo víctima de este tipo de delito, denuncie lo ocurrido directamente en el juzgado, para que se activen todos los protocolos y se practiquen todas las diligencias. «Nos encontramos con el problema de que muchas veces si se denuncia en pequeñas comisarías con escaso personal, las denuncias terminan archivándose porque no tienen los medios suficientes para investigar. El juzgado tiene que practicar todas las diligencias. En estos casos hay que actuar rápido, sobre todo para poder inmovilizar el dinero», advierte Francisco Jiménez.

Pero además de este asesoramiento jurídico, el colectivo ofrece también a las víctimas apoyo psicológico. «Las personas afectadas vienen con vergüenza porque no terminan de creerse lo que les pasa. Además de muy tocadas porque en esa relación hay un vínculo emocional, por eso es importante ese asesoramiento psicológico», reconoce el presidente. Esto, dice, les ayuda a convencerse de que lo que han vivido ha sido un engaño: «Las víctimas llegan destrozadas y muchas veces hay que abrirles los ojos», agrega. Y en ello se implica muchas veces toda la familia. Es el caso de una de las víctimas a las que asisten, que perdió 200.000 euros y pidió un préstamo que aún está pagando: «Detrás hay una familia entera ayudando a su hermana», subraya. «No es fácil -continúa- porque darse cuenta supone dolor. Con otras estafas te duele el bolsillo, pero estas tienen un plus de dolor porque no solo es el bolsillo sino también el corazón. Es muy cruel, se juega con el sentimiento, con el cariño y con el amor». 

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