"El tiempo de la incertidumbre ya pasó", dijo ayer el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, al hacer balance de su primer año de Gobierno, plagado de duras críticas internas, disidencias y renuncias. Lula recordó que cuando tomó posesión del cargo Brasil "estaba sumido en una profunda crisis, una de la más graves" y los pronósticos "eran de lo peor".

El presidente dijo que los ciudadanos han comprendido la necesidad de adoptar medidas liberales --altas tasas de interés, reducción presupuestaria--, pero que han logrado derrotar a la inflación y estabilizar las finanzas.

Lula elogió la labor del Congreso, que el miércoles aprobó la reforma tributaria para mejorar la recaudación, una victoria para la que necesitó el apoyo de otros partidos ya que muchos de sus diputados se negaron a votarla.