Los diputados iraquís se fueron ayer a dormir sin haber votado en el Parlamento el borrador de la Constitución, que los sunís rechazan de pleno y que los kurdos y gran parte de los shiís defienden sin fisuras. El paso del tiempo sólo sirve para demostrar lo dividida que está la sociedad iraquí y el largo camino que falta todavía por recorrer para llevar a buen puerto la compleja transición política que vive el país bajo la presencia de tropas extranjeras. La frágil unidad nacional está a un paso de romperse en mil pedazos.

El portavoz del Gobierno iraquí, Laith Kubba, añadió ayer más confusión al enrevesado proceso de ratificación del Tratado Constitucional al afirmar que formalmente el texto está cerrado y, por lo tanto, puede aprobarse sin necesidad del voto de los diputados.

En su opinión, el borrador ya pasó el visto bueno el lunes, cuando expiró la primera prórroga de seis días concedida a los negociadores para llegar a un consenso. El lunes se acordó alargar el plazo tres días más, hasta ayer por la noche.

CONDICIONES DIFICILES El primer ministro iraquí, Ibrahim Yafari, justificó el retraso para ratificar el texto ya que, en su opinión, "era necesario convencer a los hermanos sunís". El jefe del Ejecutivo señaló que "nunca en la historia una Constitución ha sido elaborada en un periodo de tiempo tan corto y en unas condiciones tan difíciles".

Los sunís, por su lado, continuan firmes en sus posiciones y ya han advertido de que no piensan ceder hasta que la nueva Carta Magna defienda sin equívocos "la unidad del país y prohiba toda posibilidad de división del territorio", según dijo ayer Saleh Motlak, uno de los miembros del equipo de sunís que negoció la redacción del Tratado en el seno del Consejo Constitucional. Aunque no es el único, la propuesta federalista del texto constitucional es el principal escollo a salvar.

La violencia de los grupos insurgentes no cesa y, a la división entre shiís y kurdos, por un lado, y sunís, por el otro, se han unido ahora las tensas relaciones que mantienen dos de las principales facciones shiís, la del clérigo radical Moktada al Sadr, opuesto también al borrador de la Constitución, y la de Abdul Aziz al Hakim, líder de la influyente y poderosa Asamblea Suprema para la Revolución Islámica de Irak (ASRII), firme defensora del proyecto federalista.

POLEMICO INCIDENTE Un pequeño incidente, que tuvo como trasfondo las rivalidades y las diferentes concepciones del Estado que tienen ambos líderes, desembocó la noche del pasado miércoles en violentos enfrentamientos entre sus seguidores, que prosiguieron ayer por la mañana. Al menos siete personas perdieron la vida.

Los enfrentamientos empezaron cuando miembros de la milicia Al Badr, brazo armado de la ASRII, impidieron que seguidores de Al Sadr reabrieran un local político que meses atrás el Gobierno había ordenado clausurar en Nayaf, una de las ciudades santas shiís situada a 160 kilómetros al sur de la capital iraquí.

LA BATALLA SE EXTIENDE El suceso degeneró en una auténtica batalla en la que ambos bandos se liaron a tiros, y que rápidamente se propagó a otras ciudades shiís del sur del país, como Basora, Amarah, Diwaniya y Babil, así como Ciudad Sadr, el popular barrio de Bagdad y principal feudo de los seguidores del clérigo radical.

Al Sadr cuenta con el apoyo de la población shií más marginada y empobrecida. Poco después de que cesaran los enfrentamientos, el clérigo radical pidió calma a sus seguidores, pero exigió a su rival que se disculpara.