La Casa Blanca vivió ayer un día negro al anunciarse el esperado procesamiento de Lewis Scooter Libby, jefe de gabinete del vicepresidente, Richard Cheney, por mentir para tratar de proteger a su superior en la investigación sobre el caso Plame . El asunto ha desencadenado la crisis política más espinosa para el presidente de EEUU, George Bush, en sus casi cinco años de mandato. Aunque Karl Rove, cerebro político del presidente, no fue imputado, la investigación continúa, advirtió el fiscal especial, Patrick Fitzgerald. Bush reconoció el carácter "serio" de la investigación.

"Cuando los ciudadanos comparecen ante un gran jurado, tienen que decir la verdad", resaltó Fitzgerald, al anunciar en Washington la imputación de Libby. "Esto se aplica igualmente a las personas con cargos altos", añadió, tras citar las dos acusaciones por perjurio, otras dos por falso testimonio y otra por obstruir la justicia, que pesan sobre el procesado. Libby puede llegar a pasar hasta 30 años en prisión y pagar una multa de 1,25 millones de dólares (1,03 millones de euros).

MENTIRAS AL FBI Libby presentó su dimisión al conocer su procesamiento, tras el cual tendrá que comparecer ante el magistrado que le asignen para ser juzgado. Igual que hizo Cheney, Bush declaró su pesar al aceptar esta dimisión. Libby mintió a los agentes del FBI que le entrevistaron el 14 de octubre y el 26 de noviembre del 2003, al inicio de la investigación sobre quién reveló tres meses antes la identidad de la agente secreta de la CIA, Valerie Plame, algo que "puso en peligro la seguridad nacional", según recalcó el fiscal Fitzgerald.

El caso ha sido el último y dañino golpe sufrido por Bush en la peor semana de toda su presidencia, en la que se ha sabido que el número de soldados de EEUU caídos en Irak ha superado la barrera de los 2.000.