Grupos afines al Gobierno palestino de Hamás y partidarios del movimiento nacionalista Al Fatá, del presidente Mahmud Abbás, alias Abú Mazen, se enfrentaron ayer a tiros en la franja de Gaza y en la ciudad de Ramala, en Cisjordania, donde fueron incendiados edificios de las instituciones palestinas. Los graves enfrentamientos armados, que hacen temer el estallido de una guerra abierta entre ambas facciones, se saldaron con la muerte de ocho personas --cuatro de ellas, civiles-- y más de medio centenar de heridos.

Los enfrentamientos estallaron después de que agentes de la policía y funcionarios afines a Al Fatá se manifestaran en Gaza para exigir el pago de sus salarios, bloqueados desde marzo por la grave situación económica de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Fuerzas de Hamás intentaron disolver la marcha con disparos al aire. En Ramala, partidarios del presidente palestino saquearon e incendiaron la oficina del primer ministro, Ismail Haniya. También hubo incidentes en Jan Yunis, al sur de Gaza.

La llegada del movimiento islamista al poder, tras las elecciones democráticas celebradas a principios de este año, ha frenado toda ayuda internacional al Gobierno de la ANP, ya que EEUU y la UE consideran a Hamás un grupo terrorista. Y las negociaciones con Al Fatá para la formación de un Gobierno de unidad nacional fracasaron.

Los disturbios en los territorios palestinos concidieron con la incursión de tanques israelís en el norte de Gaza, con el fin, según el Ejército hebreo, de impedir el lanzamientos de cohetes desde territorio palestino. La incursión tuvo lugar el mismo día que el Gobierno de Tel-Aviv culminó la retirada casi total de las tropas del sur del Líbano. El movimiento de soldados se produjo de madrugada. Horas después, cascos azules de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL) empezaron a patrullar las zonas evacuadas para confirmar la salida hebrea.

Los últimos soldados israelís en abandonar territorio libanés lo hicieron por el paso fronterizo de Zarit. Fue en esta zona donde, el 12 de julio, milicianos de Hizbulá secuestraron a dos militares hebreos. La acción de la guerrilla chií supuso el inicio de la escalada bélica que, tras 34 largos días de guerra, acabó con la vida de 1.200 libaneses, la gran mayoría civiles, y 157 israelís, gran parte soldados.

GRUPO REDUCIDO El Gobierno de Tel-Aviv informó ayer de que mantiene a un grupo reducido de militares en Ghajar, y que solo la abandonarán cuando el "Ejército israelí, la FINUL y el Ejército libanés alcancen un acuerdo sobre la seguridad en el sector". El jefe del Estado Mayor israelí, el general Dan Halutz, advirtió de que las fuerzas hebreas utilizarán otra vez "todos los medios" militares si "Hizbulá se acerca a la frontera" o "intenta reconstruir las infraestructuras" destruidas por el Ejército.