La retirada de las tropas británicas del que ha sido su cuartel general en Irak, en el centro de Basora, aumenta el distanciamiento entre la Administración de George Bush y el nuevo Gobierno del laborista Gordon Brown. El mismo día en que el presidente estadounidense visitaba Irak, 550 soldados británicos abandonaban el palacio de Basora, en otro tiempo residencia de Sadam Husein en el sur del país y símbolo de la presencia del Reino Unido desde el comienzo de la invasión.

Los soldados aprovecharon la noche para arriar la bandera y replegarse a las instalaciones de la base aérea cercana al aeropuerto, donde están acuartelados 5.000 hombres. El palacio, que había sufrido el asedio casi diario de obuses y mortero, quedó bajo control del Ejército iraquí. El traspaso de poderes, tras 1.628 días de conflicto y la muerte de 168 militares británicos, estaba previsto para agosto, pero las autoridades de Londres lo retrasaron por la presión de Estados Unidos. Al final, Brown ordenó la salida que, dijo, "no es una derrota".

Los británicos, según indicó ayer el Ministerio de Defensa, tienen previsto abandonar este otoño la provincia de Basora, la última bajo su control.

La situación sobre el terreno está, sin embargo, lejos de normalizarse y existe el temor de que varias facciones chiís puedan combatir entre ellas por el control de la ciudad. La salida de los militares, considerada como "altamente simbólica", fue acogida con alegría y entusiasmo entre la población local.