Dos votaciones, dos ganadores (Mike Huckabee, en el estado de Iowa, y John McCain, en el de Nuevo Hampshire), ninguno de los cuales es considerado como un buen candidato para los republicanos, que están empezando a asumir lo que ya llevan tiempo sospechando: que ningún contendiente es el presidenciable ideal. Las primarias de Nuevo Hampshire dejan en el campo conservador la sensación obvia de que todavía queda todo por decidir pero también de que las cosas no van como deberían ir.

Si McCain ha resucitado del limbo de la bancarrota y ahora va a contar con más donantes, Mitt Romney --al que dinero no le falta-- intentará en la próxima cita de Michigan (15 de enero) ganar por fin en un terreno que a priori le es favorable. Huckabee mira a Carolina del Sur (19 de enero), un estado con muchos cristianos evangelistas, mientras que el agazapado Rudy Giuliani sigue apostando por los peces gordos: Florida y el supermartes .

Estrategias que no ocultan que ninguno es capaz de movilizar por igual a fiscales conservadores, defensores de la mano dura contra el terrorismo, opositores de la inmigración ilegal y votantes religiosos. Y el movimiento conservador ve con desmayo que mientras sus contrincantes demócratas optan entre dos muy buenos candidatos, su carrera parece basarse en elegir al menos malo.