La nueva Administración del presidente de EEUU, Barack Obama se ha lanzado a recuperar la confianza del antaño importante aliado turco a fin de mejorar su influencia en Oriente Próximo. Así lo indicaban las reacciones políticas en Ankara tras el paso por la capital turca, ayer, de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que se deshizo en elogios sobre el papel pacificador de Turquía, sumada a la visita del enviado especial para Oriente Próximo, George Mitchell, el pasado mes y al anuncio de la inminente llegada del mismo Obama.

"Las relaciones entre Turquía y EEUU entran en un periodo nuevo", fue la frase más repetida por los analistas en las cadenas turcas, pues, durante el mandato de George Bush, la antigua amistad entre Ankara y Washington resultó dañada. "Ahora EEUU trata de ganarse de nuevo a Turquía aprovechando la elección de Obama", señaló el exdiplomático turco Ilter Türkmen. Turquía será el primer destino de un viaje de Obama a un país musulmán.

Clinton llegó como última etapa de su gira por Oriente Próximo y Europa. En Ankara reiteró su petición de enviar más tropas de combate para luchar contra los talibanes en Afganistán, hacia donde Obama pretende redirigir parte de las tropas en Irak. La retirada de estas tropas podría hacerse por Turquía, aunque la secretaria de Estado se negó a dar detalles.

En otro de los puntos calientes de Oriente Próximo --Siria-- la diplomacia estadounidense también jugó ayer su carta, al entrevistarse dos representantes de Washington, Jeffrey Feltman y Dan Shapiro, con el ministro de Exteriores sirio, Walid Al Moualem. Feltman calificó la reunión de "muy constructiva", lo que no es baladí, ya que ambos países han vivido fuertes tensiones desde el asesinato del exprimer ministro libanés Rafic Hariri. Damasco ve con buenos ojos la mejora de relaciones con Washington, pero no pretende abandonar su alianza con Teherán.