"La infraestructura que es antisísmica en general ha pasado bien la prueba", dijo el secretario general de la presidencia, José Antonio Viera Gallo. Pero en Chile, donde en los últimos 100 años sufrieron 16 intensos terremotos, entre ellos uno de 9,5 grados, en 1960, no todos han estado en estas horas dramáticas bajo el mismo resguardo. El seísmo fue poco piadoso con las construcciones que, por su precariedad, no estaban preparadas para afrontar semejante capacidad destructiva.

Las sucesivas desgracias han generado en este país una fuerte cultura preventiva y, a la vez, una sensación de inminente fatalidad. Eso les ha permitido a los chilenos, al menos, eludir el reciente destino haitiano. "Este ha sido uno de los seísmos más grandes que ha sufrido la humanidad, y nuestro país ha resistido básicamente bien", señaló Viera Gallo. Pero las imágenes posteriores al desastre dan cuenta de que las diferencias entre la capital, Santiago, y las regiones del sur no solo son geográficas. El terremoto también ha mostrado su marca social en Concepción y la región del Maule.

El diario conservador El Mercurio recogió esta paradoja en su editorial. "Hay edificaciones e infraestructuras recientes que no resistieron como cabía esperar, y es probable que haya más víctimas y daños en numerosas localidades menores campesinas y costeras, muy vulnerables por su pobreza y aislamiento", señala.

DISTRIBUCION DUAL En las dos últimas décadas, Chile ha dado muestras de una enorme pujanza económica. En 1990, cuando la Concertación Democrática llegó al Gobierno, la pobreza alcanzaba al 40% de la población. Actualmente, es del 13%. Aunque la distribución del ingreso queda pendiente. El sector más rico del país concentra el 51,03% de los ingresos, cifra 9,5 veces superior al más pobre, que representa el 5,38%. Un 54% de los trabajadores gana 355 euros al mes.

El Chile dual exhibió otra vez su rostro tras el cataclismo. El edificio Titanium de Santiago, en la vanguardia de los diseños antisísmicos, no sufrió rasguños, cumpliendo las predicciones hechas años atrás por Augusto Holmberg, el gerente general del Instituto del Cemento y el Hormigón (ICH), sobre la fortaleza de las construcciones capitalinas. "Es más seguro pasar un terremoto dentro de un edificio que en el exterior, porque es difícil que se derrumben los muros, pero pueden caer los elementos de la fachada".

En noviembre, una misión de arquitectos chilenos viajó a China para promocionar sus proyectos a prueba de seísmos. "La geografía nos ha enseñado a ser buenos arquitectos", destacó en su momento Fernando Marín.