I ncertidumbre en Malí después del golpe de Estado perpetrado por un grupo de militares que el martes detuvo al presidente Ibrahim Boubacar Keita y a su primer ministro, Boubou Cissé. La asonada recibió el apoyo de miles de ciudadanos en las calles, hastiados tras meses de inestabilidad, pero fue condenada unánimemente por la comunidad internacional. Los militares presentaron ayer un «Comité Nacional de Salvación del Pueblo» y, en un discurso televisado en la cadena estatal ORTM1, prometieron convocar elecciones «en un plazo razonable». El portavoz del citado comité, el teniente coronel Ismael Waghe, también anunció el cierre de fronteras y la instauración de un toque de queda nocturno «hasta nueva orden».

En su alocución, los militares realizaron un llamamiento «a la sociedad civil y las fuerzas políticas y sociales» a unirse a ellos para «crear juntos las condiciones de una transición civil que conduzca a elecciones creíbles». «Hemos decidido asumir nuestra responsabilidad ante el pueblo para garantizar la continuidad del Estado y los servicios públicos», añadió Waghe. El portavoz acusó al Gobierno depuesto de incompetencia y corrupción.

Tanto la ONU como la UE, EEUU, la Unión Africana y el G-5 Sahel, la alianza de la que forma parte Mali junto a Mauritania, Níger, Chad y Burkina Faso, condenaron el golpe y pidieron regresar al «orden constitucional».

El golpe cuenta con apoyo popular. Miles de personas salieron a la calle en Bamako a aplaudir a los convoyes militares. Además, se ha producido sin derramamiento de sangre, pues rápidamente el grueso de las fuerzas armadas se puso del lado de los golpistas y no hubo choques. Horas después de su detención, el presidente dimitió y anunció la disolución del Parlamento y del Gobierno. «Me someto porque no quiero que se derrame sangre para mantenerme en el poder», dijo Keita en un mensaje televisado.

La actual crisis se produce después de varias semanas convulsas como consecuencia del resultado de las elecciones parlamentarias celebradas en marzo y abril, cuyo resultado modificó el Tribunal Constitucional para beneficiar a Keita, lo que derivó en una cascada de protestas. A la inestabilidad política se suma la grave inseguridad provocada por las acciones de grupos yihadistas como Al Qaeda y Estado Islámico, y la creciente violencia de carácter intracomunitario. A pesar de ser el cuarto exportador mundial de oro, Malí es uno de los países más pobres del mundo. H