Marian Reviriego es docente de Secundaria pero trabaja desde casa en la puesta en marcha de una agencia de traducción científica porque quería dedicarse de lleno a su familia, y no solo por deseo sino también en parte por necesidad. "Llevar una familia con seis hijos es muy complicado". Su marido, Juan Floriano, preside el Foro Extremeño de la Familia y trabaja fuera. Juan (14 años), Miriam (12), Pablo (10), Clara (8), José Manuel (7) y Angel (2), forman esta familia numerosa que de momento no está previsto que aumente más.

El matrimonio nunca se había fijado límites pero "no nos planteábamos seis". El primero llegó un año después de la boda, cuando Marian tenía 24 años y luego "el resto han ido viniendo y siempre me he alegrado". "Es lo mejor que he hecho en la vida. Supone mucho trabajo pero lo volvería hacer", dice.

Su casa sólo encuentra la tranquilidad a la hora del colegio y las actividades complementarias y, por supuesto, de noche. "Los vecinos están hartos de tanto jaleo, pero dicen que aportan alegría al bloque". Marian cree que las parejas ya no quieren tener tantos hijos porque las ayudas son mínimas --"deberían ponerse las pilas como en otros países"-- y porque la gente no está dispuesta a renunciar a ciertas cosas, pero "con los hijos también se disfruta mucho, renuncias a cosas materiales, pero hay otras compensaciones".

"La clave para que todo funciona bien está en organizarse" y en que cada uno aporte lo que pueda en las tareas diarias. "Desde los siete años ya tiene que hacer cada uno su cama. A veces es un desastre, pero si vas pidiendo te van dando", asegura Marian y a la hora de comer igual. En esta casa se gasta al día una bolsa de pan bimbo y tres litros de leche, pero este desembolso "no supone ningún drama". "Tener hijos es una riqueza natural", dice.