Agustín Fernández, asesor gastronómico de 57 años y Javier Vega, empresario de 32, forman un modelo de familia en creciente evolución en los últimos años, sobre todo desde la aprobación de la ley de matrimonios homosexuales en el 2005. Viven juntos en Badajoz desde hace seis años y hace tres que están casados, pero no se plantean la paternidad porque Agustín ya tiene dos hijas de su matrimonio anterior. "No está entre nuestras prioridades", asegura este gaditano.

Conocen a más familias homoparentales, pero ellos no se animan con los niños. Ambos, dicen, son un matrimonio de lo más corriente, "con una vida normal". Mantienen una buena relación con las hijas de Agustín, "una de ellas fue la madrina de boda", y el resto de la familia. "Hay muchas parejas homosexuales casadas y que llevan muchos años de convivencia", pero existe "un cierto morbo cada vez menor", que hace que este modelo no sea tan visible.

Javier reconoce que está cambiando la mentalidad de la sociedad, aunque aún hay familias convencionales que mantienen un matrimonio en el que ya no queda nada por no hacer daño a los hijos, dice, pero lo que no saben es que "ocultando la realidad les hacen más". "Ya no hay que aguantar porque sí. Nosotros estamos juntos porque nos queremos y nuestra vida es perfecta".