-Hable de su infancia...

-Mi infancia transcurrió en dos lugares diferentes, primero en la calle Cuba, en el barrio de Llopis Iborra, donde viví hasta los 5 años. En 1992 nos mudamos a las primeras casas que se hicieron en La Mejostilla, de modo que crecí en un lugar desarrollado por la burbuja inmobiliaria. ¿Parte bonita de mi infancia? Diría una: con mi abuela Luisa y mi abuelo Pichi yendo a la estación a ver el Talgo que llegaba a las seis de la tarde procedente de Madrid.

-¿Cómo eran sus abuelos?

-Luisa y Pichi, ya fallecidos, han sido parte fundamental en mi infancia porque me criaron. Al final quien concilia laboralmente con los padres son los abuelos. Mi abuelo Carlos y mi abuela Vicenta, que aún viven, eran la otra parte de esas cuatro patas junto con mis padres como apoyo a la familia.

-¿Cómo veía a Cáceres hace unos días y cómo la ve hoy?

-Cáceres es una ciudad con muchas oportunidades, hace unos días y ahora también. Cáceres se ha construido en cosas positivas y en cosas negativas, con lo cual lo que tenemos que sacar como balance es lo que ha sumado, y lo que ha restado vamos a intentar olvidarlo. A partir de ahora se abre un nuevo tiempo en la ciudad con el proyecto socialista que encabeza Luis Salaya. Se avecinan unos años ilusionantes, imprescindibles para Cáceres.

-¿En qué sentido?

-Serán los años del AVE, esperamos que así sea; donde los nuevos impulsos turísticos de la ciudad se llevarán a cabo. Tenemos un nuevo modelo mundial en el que el turismo será un pilar de desarrollo fundamental; y Extremadura, y Cáceres en concreto, impulsará recursos como el agua, el turismo familiar y la ciudad monumental, un importante enclave que hay que saber aprovechar. Pero no solamente eso, tenemos una riqueza prehistórica y natural que hay que preservar y potenciar.

-Dirige la primera Concejalía LGTBI que se crea en el Ayuntamiento de Cáceres, ¿cómo se siente?

-Es una gran responsabilidad. No solamente evidencia el apoyo institucional con su creación, es también un reto personal y un reto para la propia ciudad. Y es así por dos motivos, el primero porque se visibiliza dentro del ayuntamiento como una piedra angular del desarrollo político de este gobierno. El segundo porque es una forma de hacer política con presupuesto. Hasta ahora no se habían otorgado partidas para desarrollar acciones activas LGTBI y creemos que son esenciales. Cáceres ha pasado en el último año a tener cuatro agresiones homófobas que no pueden ser silenciadas. Eso nos parece muy preocupante y por eso el ayuntamiento tiene que encabezar y dirigir esta iniciativa, pero sin olvidar que esta concejalía no es del concejal ni del ayuntamiento sino de los activistas, que apostaron por ella hace ya mucho tiempo.

-En 2013 escribió en las redes sociales: “Soy maricón y rojo”. En el 39 podrían haberlo fusilado por decir esto...

-Sí. En el 39 me podrían haber fusilado y hace unos años me podrían haber agredido, y todo esto no está garantizado que no pueda suceder en el futuro. Ahora mismo la situación que vive España es la de un país que cree en la igualdad, que construye igualdad. Es verdad que somos uno de los países más avanzados en materia LGTBI, pero no nos podemos relajar. En los últimos años han brotado corrientes homófobas que han intentado silenciarnos o construir unos discursos sencillos que camuflan la homofobia y calan en una parte de la sociedad.

-¿Qué le diría a toda esa generación que desde la Transición marcó el camino para la conquista de los derechos del colectivo, que por cierto se homenajea este año en Madrid con motivo de la Semana del Orgullo?

-A ellos hay que decirles gracias, pero gracias con mayúsculas. Al fin y al cabo estamos aquí, disfrutando de nuestros derechos, gracias a toda una trayectoria histórica que arranca antes de la Transición. En Badajoz, en la sede del Meiac, hubo una cárcel para homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales. Y eso ocurrió aquí, en esta tierra. En la Transición hubo mucha gente que decidió dar el paso, con todas las críticas, las circunstancias y la idiosincrasia de capitales de provincia. En Cáceres, sin ir más lejos, El Bola supuso un antes y un después. ¿Qué hubiera ocurrido en esta ciudad sin El Bola? Nunca había salido a la palestra alguien con esa valentía que tuvo en los años 80 para marcar el pulso y el ritmo que hoy se traduce en que cada uno de nosotros vivimos con libertad nuestra sexualidad.

-Usted la vivió con libertad a partir de los 17, ¿cómo lo recuerda?

-La verdad es que en el ámbito personal nunca tuve problemas y recibí un apoyo constante. Mi familia me acogió con los brazos abiertos y, como siempre digo, una madre te conoce desde que naces. Tengo dos tíos homosexuales que se casaron prácticamente a la par de la aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario. Cuando tú no sabes qué ocurre, entiendes que tienes que buscar una chica para formar una familia. Estudié en un colegio católico donde tampoco se me inculcó otra variante distinta a esa. Otro de los apoyos fundamentales para saber cómo orientar mi vida fue José María Núñez, de Fundación Triángulo.

-Hablaba antes de esos cuatro casos de agresiones homófobas. Cáceres es una ciudad abierta y solidaria, sin embargo lidera ese triste ránking en Extremadura, ¿por qué?

-No se sabe, se sabe que ocurre, y ahora hay que buscar las razones. La homofobia no tiene detrás ninguna razón más que el odio hacia el homosexual, las lesbianas, los bisexuales o los transexuales. Y ese odio deriva hacia la violencia. Cáceres debe de luchar contra eso, no podemos vivir de espaldas a eso; si existe, hay que atajarlo. No podemos agarrarnos a otro reducto para huir. Cáceres es una ciudad abierta, diversa, que acoge, pero existen estos casos y hay que solventarlos.

-Se ha referido a El Bola. Conociendo estas agresiones o el reciente caso de La Manada, ¿no cree que se ha producido un retroceso y que en los 80 éramos más modernos?

-Hubo una primera sentencia injusta de La Manada, que fue criticada por las mujeres y los hombres que las apoyamos con un pasito por detrás y salimos a las calles para gritar que esa sentencia no nos parecía correcta; es decir, era una vergüenza. Ahora, los 15 años de condena me parecen pocos, pero es una sentencia que, al menos, hace justicia. No creo que la sociedad de los 80 sea más moderna que la de ahora sino que son tiempos distintos. Y todo se construye a base del esfuerzo y de los años. Y todo suma porque si no hubieran existido esos 80 reivindicativos, España no sería lo igualitaria y diversa que es hoy. Al final todo se construye a lo largo de la historia y no podemos olvidar que en el caso de La Manada hemos construido historia con esta sentencia y que no nos podemos relajar; las mujeres deben empoderar el camino que hemos seguido en el ámbito del feminismo y siempre de la mano del colectivo LGTBI.

-¿Con estos casos no estima que la juventud de hoy es más intolerante?

-No lo creo. Estamos viviendo una época, aunque no nos demos cuenta, en la que hay corrientes que están luchando contra el feminismo y la diversidad sexual y eso no puede seguir así. Nuestro objetivo es visibilizar que esta diversidad existe, que las mujeres no son una minoría, porque son una mayoría, y que los derechos de mujeres, gays, lesbianas, bisexuales y transexuales están ahí y no vamos a retroceder ni un paso. Ese es el objetivo.

-¿Y en el ámbito laboral?

-Siguen produciéndose situaciones dispares, existe una brecha salarial, incluso en la administración pública, que es el ámbito más objetivo. Se demuestra con datos que las mujeres hacen menos horas extra porque se les asignan unos cuidados familiares, y esas horas las realizan los hombres. La cuestión es que tenemos que seguir trabajando para que la brecha salarial y la discriminación laboral por la orientación sexual acaben, porque nos parecen cosas pequeñas en el corto plazo, pero a la larga tienen sus consecuencias. Por ejemplo, que alguien no pueda mostrarse en el trabajo tal y como es en virtud de su orientación sexual. Yo nunca he tenido ningún problema, es verdad que en mi desarrollo laboral nunca he tenido conflictos ni en el ámbito de la empresa privada ni ahora en el público, pero existen casos en los que un hombre no puede presentar a su marido en el trabajo o invitar a la boda a sus compañeros por aquello del ‘qué ocurrirá después’.

-¿Por qué se dice aún: ‘Ten cuidado, que ese es gay’. Nunca he escuchado: ‘Ten cuidado, ese es hetero’?

-Existen todavía casos de homofobia que te señalan con palabras, gestos y hechos en el día a día, y esas son concepciones que hay que ir cambiando en la diversidad.

-¿La homofobia podría estar producida por la represión que ciertas personas hacen de sus propios deseos?

-La homofobia parte de la cultura que hemos asumido como sociedad. No busquemos más razones para la homofobia sino el odio al otro.

-¿Por qué recomendaría decir que se es gay?

-Simplemente porque la visibilidad lo que hace es no solo concienciarte a ti mismo sino que es un gesto político: el ser visible conlleva que la igualdad se extienda, construimos referentes. Nunca obligaría a nadie a decirlo, pero me parece más oportuno. Nosotros tenemos que etiquetarnos porque hay que seguir luchando contra la sociedad que estamos viviendo. Yo no debería decir que soy gay pero en este ámbito y en este momento hay que decirlo, ¿por qué? por que hay que visibilizarse.

-Las urnas han expandido el odio hacia la diversidad sexual. ¿Considera que la entrada de la ultraderecha en ayuntamientos y parlamentos augura un retroceso en las políticas educativas sexuales y un aumento de presión hacia el colectivo LGTBI?

-Espero que la ultraderecha no tenga poder de decisión. La izquierda se posiciona del lado de nuestro colectivo y entiendo que partidos que se sitúan en el centro derecha han asumido ya como propia esta reivindicación. Ahora bien, aunque la ultraderecha no vaya a influir en esta agenda, es muy peligroso que inculque ese odio en el lenguaje cotidiano, que es lo que más me preocupa. Al final, si lideran con estos mensajes el ideario político están cambiando la concepción social. Y es más importante incluso que la sociedad no vaya por esos derroteros, aunque se citen en el Parlamento, porque me parece más importante que la calle no adopte esos mensajes como algo natural. Es decir, no podemos buscar el odio hacia el otro como si fuera algo liviano. No puede darse el caso. Creo que por las mayorías parlamentarias la ultraderecha está estancada, pero los mensajes de odio sí pueden calar en la sociedad y eso es lo que hay que combatir.

-Claro, porque diputados de Vox están a favor, por ejemplo, de la libertad de los padres para llevar a terapia a sus hijos gay y eso crea un poso...

-El de las terapias para homosexuales es uno de los casos que se está dando en muchos ámbitos y ciudades desde los mal llamados cursos de orientación sexual para revertir la homosexualidad, que imparten psicólogos que no tienen títulos. Algunos los promueven desde la Iglesia Católica o ajenos a ella, pero son cursos que no tienen razón de ser. Simplemente están buscando una fórmula para que las personas que acuden a ellos se sientan mal, vuelvan a esa heterosexualidad, algo que resultará finalmente imposible.

-Víctor Gutiérrez, uno de los mejores waterpolistas de España, declaró su homosexualidad hace tres años. Ha dicho: “Es difícil que Real Madrid o Barça apoyen a futbolistas gays”, y no porque sean homófobos sino porque tienen contratos millonarios con empresas de países donde la homosexualidad está castigada. Es terrible...

-La homofobia en el deporte es un hecho. Pero no solamente en el deporte de élite, es un hecho en el deporte de base. Hay que seguir trabajando para que una persona pueda vivir su orientación, cualquiera que sea, dentro del ámbito deportivo. De hecho es uno de los principales problemas, el de desarrollar la carrera deportiva de un chico homosexual o una chica lesbiana o transexual. Al final son grupos colectivos y si esa sexualidad no se vive con naturalidad en un equipo de fútbol o de baloncesto, merma a la persona afectada porque no puede sentirse tal y como es. Hay casos en los que se han creado asociaciones LGTBI en el ámbito deportivo que están funcionando muy bien. El modelo a seguir es continuar educando desde la base para que eso se inculque en las élites deportivas. Y creo que llegará, al igual que hasta hace bien poco las mujeres no podían formar equipos femeninos.

-¿Por qué hay gente que se empeña en decir que el amor homosexual es corrupto en su origen?

-El amor es el amor, las mariposas en el estómago llegan con quien te gusta, no hay otra razón de ser. Todos hemos sentido amor y todos hemos sentido desamor y cualquier persona que pueda leer esta entrevista sabe perfectamente lo que es el amor y lo que es el desamor.

-¿Se pueden llevar con orgullo las banderas de España y del arcoíris?

-Perfectamente. Me siento orgulloso de tener la bandera de España, la de Europa, la de Extremadura, la de Cáceres y la del arcoíris. Las únicas banderas que me provocan rechazo son aquellas que excluyen.

-¿En qué cambiará el PSOE la ciudad?

-Tenemos que poner color, apostar fuertemente por la cultura, por el turismo, por una diversidad LGTBI que se implante en la ciudad, que la ciudad sienta el ayuntamiento como suyo y también que el ayuntamiento esté abierto a la ciudadanía; son circunstancias que pueden sonar genéricas pero que en la práctica se irán implementando.

-Son las 12.15 del lunes y vamos a terminar la entrevista. A esta hora, su último post en su muro de Facebook es la foto de un cartel pegado a una farola con la siguiente leyenda: “Nada está ganado, todo sigue siendo posible”...

-Venía de Mejostilla y he aparcado el coche en San Blas para subir al ayuntamiento. He visto la farola y es una frase de Simone de Beauvoir, referente del feminismo. Nada está conseguido y con la lucha diaria conseguiremos avanzar.