Una herramienta pedagógica de primer nivel exenta de aspectos negativos. Los huertos escolares se configuran como un recurso educativo transversal que permite a los alumnos el desarrollo de habilidades, valores y competencias necesarias para la vida diaria. Entre sus múltiples beneficios, destacan el fomento de la alimentación saludable, la sensibilidad por el ecologismo y el medioambiente, el valor de las relaciones personales, el trabajo en equipo, la toma de decisiones, la creatividad y el conocimiento de las ciencias naturales. Por ello, el ayuntamiento desarrolla un año más el proyecto de huertos educativos, en el que están participando 25 centros y colectivos.

La iniciativa cuenta con la implicación del centro especial de empleo La Encina y del centro ocupacional Proserpina, dependientes del consistorio, que colaboran con trabajos de puesta en marcha y planificación del huerto, además de ser los encargados de proporcionar las semillas, plantones, instalar sistemas de riego y asesorar en distintos aspectos como la elección de los cultivos y la orientación del huerto. Como novedad de este año, los participantes podrán visitar estos centros y asistir a talleres de siembra y trasplante de plántulas, gracias a un convenio suscrito entre el ayuntamiento y Vectalia para un desplazamiento gratuito.

«Nos sentimos muy orgullosos de este proyecto y queremos que siga creciendo, ya que no creo que exista otro con la envergadura y el desarrollo que tiene el nuestro en Extremadura, y me atrevería a decir que ni en España», destaca la delegada de Educación, Susana Fajardo. Cabe destacar que la mayoría de los centros que desarrollan huertos escolares son de Primaria y de Secundaria, a los que se suman lo centros de educación especial Casa de la Madre y Emerita Augusta, el centro de adultos Legión V y Plena Inclusión. Para trabajar de una forma conjunta y conseguir así una mayor expansión de la iniciativa, desde la delegación se realizan reuniones trimestrales con los participantes.

Cada centro cultiva y gestiona el huerto de una manera independiente, según su programa educativo y sus características, por lo que pueden elegir las verduras y hortalizas a plantar, así como los cursos que van a participar en el proyecto, pese a que muchas veces buena acaba implicándose casi toda la comunidad educativa. «Lo que tratamos es de facilitar a los centros las herramientas necesarias para que desarrollen el huerto en función de sus necesidades», puntualiza.

El proceso

Los colegios reciben por parte del consistorio emeritense las semillas, plantones y las indicaciones técnicas necesarias para poder llevarlo a término con garantías. Normalmente esta actividad se lleva a cabo en los patios exteriores de los centros, mientras que en aquellos que no disponen de estos espacios, como puede ser el caso del colegio Trajano, se adaptan maceteros para que puedan cultivar. «En febrero hay muchos huertos que están en pleno apogeo y pronto van a empezar a recolectar sus primeros frutos», señala la delegada. Una vez realizada la recolección, el destino de los productos también lo fija cada centro participante, aunque habitualmente se los llevan a casa los alumnos o se los comen en el propio comedor escolar. En otros casos, se venden en mercados puntuales con fines solidarios.

Esta red de huertos escolares supone una gran oportunidad para los centros y colectivos, no solo a nivel pedagógico, sino también para igualar diferencias. «Es un proyecto que favorece la inclusión porque todos los niños pueden participar de una manera u otra», apunta Fajardo. El siguiente paso, destaca la edil, es que los centros lleven a cabo también trabajos de compostaje y puedan obtener sus propios fertilizantes a través de productos orgánicos. «Nuestra idea es seguir creciendo porque es un proyecto puntero para Mérida», subraya.