Se estrenó en la Policía Local de Mérida con 30 años. Francisco Paredes Porro (La Zarza, 1962) recuerda perfectamente aquel día: «Fue un 24 de febrero de 1992». A partir de entonces ha trabajado de noche, de día y ahora está al frente de la jefatura. En este tiempo se ha ganado el cariño de los vecinos y sus compañeros. Desde su veteranía, él afirma que lo más importante en la profesión, y en la vida en general, es «el sentido común y la lógica».
Estudió Magisterio en Almendralejo y ejerció de profesor de Educación Física en Badajoz. También estuvo trabajando de vigilante de seguridad en furgones blindados que transportan dinero. Pero su verdadera vocación de ayudar a los demás le hizo cumplir el que se había convertido en su sueño: Ingresar en la Policía Local. Conoce lo que es la calle y comprobó que puede llegar a ser muy traicionera. No olvida cuando le apuntaron con una pistola durante un acto de servicio. Dice Paco, uno de los policías más queridos de la capital extremeña por su cercanía y buen humor, que él siempre supo que quería dedicarse a esto. Además sus dos hermanos son policías. Confiesa que le apasiona vestir el uniforme y el «ambiente diario» con los compañeros. «Soy una persona con empatía y socializo con gran facilidad», comenta.
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¿Qué cualidades debe reunir un buen policía? «Son varias, pero me quedo con la capacidad de comunicarse con los demás y ponerse en su lugar, lealtad a las instituciones y tener capacidad resolutiva para solucionar los problemas bajo presión o situaciones complicadas. Prefiero corregir que denunciar, pero a veces la gente no entiende que hay unas normas y que nosotros las tenemos que hacer cumplir», responde de forma muy tajante.
Gestiona un equipo muy preparado (104 agentes) con experiencia y que dan tranquilidad a la ciudad en todo lo que se refiere a la atención del ciudadano, controlar el tráfico, accidentes... Siempre transmite esa filosofía al resto de la plantilla. «Sería policía una y mil veces», destaca para El Periódico Extremadura este zarceño de nacimiento y emeritense de adopción. Para Francisco Paredes Porro su mayor satisfacción fue el orgullo de su familia cuando sacó la plaza de policía y todos los logros que vinieron después. «Soy muy feliz en mi trabajo, nunca quise vivir de otra forma», concluye Paco con orgullo.