Los pinchos de toda la vida

El solomillo al ajillo en Mérida tiene nombre y apellidos: Bar Morales

Ángel Morales y María Ángeles Montero, tras la barra del mítico establecimiento hostelero. El local de la calle Arzobispo Mausona es también famoso por sus ricos desayunos

Ángel Morales tirando un par de cañas en su céntrico negocio.

Ángel Morales tirando un par de cañas en su céntrico negocio. / JORGE ARMESTAR

Una de las tabernas ilustres de la ciudad. Para hablar del Bar Morales hay que vivirlo. Se encuentra situado a los pies de la Torre Albarrana en la céntrica calle Arzobispo Mausona. La barra de este establecimiento se pone a tope en las horas punta del día. Ángel Morales lleva cuatro décadas dedicándose al exigente mundo de la hostelería. Él es de Mérida de toda la vida y, desde hace 25 años, regenta junto a su mujer, María Ángeles Montero, el negocio. Antes el local estaba ubicado en la calle Almendralejo. 

Un espacio en el que los desayunos no pasan inadvertidos. Las tostadas son generosas y con productos autóctonos de calidad (jamón, tomate, cachuela, parisina...), inyectadas con aceite de oliva, lo que le da una textura crujiente y esponjosa. Además, la pareja ha dado con la fórmula para mantener a sus parroquianos la mar de contentos, ofrecer un aperitivo gratis con cada consumición. Hay que elegir entre 13 diferentes. En sus rebosantes bandejas no faltan los morros, morcillas, pescado frito, lengua, patatas fritas, judiones con chorizo, mejillones a la vinagreta... «Un pincho, una cerveza bien tirada y un buen trato. Sólo damos a los clientes lo que nos gustaría que nos dieran a nosotros», explica Ángel a este periódico. Sus raciones nunca fallan. El solomillo al ajillo en Mérida tiene nombre y apellidos: Bar Morales. También se puede disfrutar de rejos, calamares, bacalao a la dorada, cazón, huevos estrellados...

Rebosantes bandejas de pinchos.

Rebosantes bandejas de pinchos. / JORGE ARMESTAR

«A lo largo de estos años hemos intentado siempre estar al lado de la gente del barrio y de nuestros clientes con toda la alegría y el buen humor del mundo. Lo que más me gusta de ser camarero es que conoces a mucha gente», apunta con una sonrisa el servicial camarero. Morales + Montero = éxito asegurado. 

Un grupo de amigos en el interior del local emeritense.

Un grupo de amigos en el interior del local emeritense. / JORGE ARMESTAR

En este local se sienten los Carnavales, la Semana Santa y los colores rojiblancos. Sus paredes atesoran numerosos recuerdos del Atlético de Madrid. «Es que soy muy atlético, aunque sea duro... Te enseña a ser luchador, a levantarte tras un tropiezo, a tener fe...», concluye Ángel Morales sin perder la ilusión.

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