Sulfurosas, bicarbonatadas, oligometálicas, radioactivas, ferruginosas… Estos son algunos de los tipos de aguas mineromedicinales que podemos disfrutar en los Balnearios de Extremadura. Fue en la década de los noventa cuando comenzaron una serie de inversiones que transformaron un sector abocado a la subsistencia en otro referente del turismo de nuestra región. En este proceso hemos pasado de ser ‘casa de baños’ a estaciones termales, de ‘tomar las aguas’ a recibir tratamientos hidrotermales, de las ‘casas de huéspedes’ a tener variedad y calidad de alojamientos hoteleros. Pero el cambio más importante ha sido pasar de negocios familiares a empresas profesionalizadas, dotándonos de unas herramientas de gestión, sin la cuales toda esta transformación no se podría haber llevado acabo.

En este 2017, después de una dura crisis económica en la que este sector se ha visto especialmente afectado, sobre todo por la supresión y los recortes de los programas de termalismo social, dejando a Extremadura con una tasa de desempleo superior a la media nacional, -siendo esta particularmente elevada entre jóvenes y mujeres- y provocando además, una creciente despoblación de las zonas rurales, parece que los datos macroeconómicos dicen que lo peor ya ha pasado.

Ahora, nuestros establecimientos quieren aportar su granito de arena para que esta recuperación se note también a nivel microeconómico. Pero esto, no lo podemos hacer solos. Necesitamos incrementar y mejorar la colaboración público-privada, implicando de manera muy activa a Junta, Ayuntamientos y Diputaciones. No hace falta pedir a las administraciones nuevos recursos; basta con optimizar los existentes y ejecutar los presupuestos ya aprobados. Pero sobre todo, pedirles una vocación de liderazgo que aplique y reinvente conceptos que manejan en otras áreas como la accesibilidad, eliminando todas las barreras que impiden que la distancia máxima entre empresas y administración sea de un clic o impacto, para que todas las leyes y reglamentos tengan obligatoriamente que elaborar un informe de impacto burocrático, que permita reducir drásticamente la burocracia y trabas administrativas

Alange, el Trampal, Montemayor, el Salugral, San Gregorio, el Raposo, nuestros balnearios aportan más de trescientas mil pernoctaciones anuales y tienen contratadas a 420 personas, siendo el 90 por ciento de ellas mujeres; atraen a 15.000 agüistas de fuera de la comunidad cada año. Se encuentran situados en municipios de menos de 2.000 habitantes, siendo estos uno de los elementos dinamizadores más importantes de estas localidades. Ejemplos como Baños de Montemayor o Alange, que se han convertido en auténticas Villas Termales o como La Puebla de Sancho Pérez o Carmonita, que han pasado a estar posicionados como entornos naturales termales desarrollándose y reinventándose en destinos turísticos y generando nuevas oportunidades de negocios y progreso. De esta manera, nos hemos convertido en una de las regiones que más ha desarrollado el turismo de salud en España, pero esto no es ni mucho menos suficiente. Queremos, pero sobre todo podemos ser la referencia del turismo termal en nuestro país.

En Extremadura hace ya mucho tiempo que se dejó de vender camas y estancias para pasar a vender sueños y experiencias. Esta región, desde el punto de vista turístico, es muchas cosas: es patrimonio, Cultura, Naturaleza Gastronomía, Agua… pero lo más importante es que puede ser lo que quiera y nosotros apostamos por una Extremadura termal.