En ocasiones la búsqueda de un empleo nuevo no tiene su leit motif en una situación de paro. Uno de cada cuatro españoles no se encuentra satisfecho con su situación laboral y le gustaría cambiar de empleo. ¿Cuándo es el momento de hacerlo y qué señales nos lo indican? Muchos son los que preconizan las ventajas del cambio de empleo cada 3 o 4 años, al estilo americano. Además los jóvenes piensan que el éxito en su carrera profesional pasa necesariamente por esta práctica.

Ahora que 2021 empieza a dar sus primeros pasos es un momento perfecto para afrontar nuevos retos en el ámbito laboral. La crisis sanitaria ha hecho mella en el mundo del empleo y la empresa. La pandemia nos ha sumergido a todos en un escenario de empleo precario en el que la falta de motivación se palpa en el día a día. Las últimas encuestas revelan que un 25% de los españoles que trabajan querría cambiar de trabajo si pudiera, según datos que ofrece la web Infojobs.

Los síntomas de que ha llegado el momento de abandonar la zona de confort y adentrarse en un nuevo mundo son muy evidentes. El primero de ellos es que el trabajador presenta un cuadro de estrés, irritabilidad y cansancio. El teletrabajo debido a la falta de desconexión digital está contribuyendo a esta situación. El teletrabajador siente que no desconecta nunca y esto le crea una sensación de fatiga. El 74% de los españoles no puede desconectar, con unos niveles de irritabilidad que han crecido. Incluso se pueden dar situaciones de dificultad para dormir. Levantarse de la cama para ir a trabajar supone un gran esfuerzo y ese es un síntoma clave: hay que cambiar de trabajo.

Trabajadores quemados

Los trabajadores quemados con su trabajo tienen la sensación de que el tiempo no pasa. Cuando se cuentan los segundos para que se acabe la jornada laboral es síntoma de que algo no va bien. Y eso redunda en una falta de productividad y de eficiencia en el trabajo que se está realizando. Los que no progresan en la empresa tienen la impresión de que lo mejor es buscar algo más atractivo para su día a día.

Otro síntoma clave es que el empleado no quiere hablar de su trabajo con sus amigos y familiares. Y eso que es uno de los temas principales de conversación. Eso frustra aún más al trabajador en su percepción de la realidad.

La consecuencia más inmediata es que la identificación con los valores de la compañía se pierde por completo. No se puede representar un proyecto con el que no estamos implicados. De esta manera el trabajo y sus resultados sufren un proceso de descrédito. La nueva empresa tiene que responder a valores con los que el trabajador se sienta plenamente identificado. Solo así merecerá la pena.

Si además la empresa corresponde con pocas oportunidades de prosperar y un salario bajo pues estamos en la tormenta perfecta. Eso anima a muchos profesionales a buscar nuevas oportunidades no solo en la empresa privada sino también emprender en solitario. El 48% de las personas ocupadas quieren mejorar su formación para en el futuro tener nuevas oportunidades laborales.