El párroco de la localidad cacereña de Casares de las Hurdes sufrió la experiencia más dolorosa y traumática de su vida al ser detenido por un presunto delito de pornografía infantil por internet.

A la espera de juicio, fue puesto en libertad provisional sin fianza tras una semana en prisión. A la salida le esperaba el capellán de prisiones y el obispo Ciriaco Benavente, con quien mantuvo un breve encuentro.

Desde el obispado se incidía en que el material pornográfico que supuestamente intercambiaba el párroco no era propio, sino que procedía de internet. Muchos padres de niños con los que el sacerdote había tenido contacto se dirigieron al obispado para mostrar su preocupación.

No obstante, desde el obispado no se quería disminuir la gravedad moral del suceso, pero sí tranquilizar en el sentido de que la policía confirmaba que en el material incautado no hay nada elaborado por él.

Según fuentes policiales al se sacerdote se le intervinieron un ordenador personal y unos disquetes.

Por su parte, en la población de Valverde del Fresno, pueblo natal del sacerdote Ignacio Lajas se vivía una total conmoción. Su familia no acababa de asumir los hechos.

Su madre prefería no hacer declaraciones y solamente manifestó que todo era mentira y que estaba harta de la prensa. Añadió que al joven se le había causado mucho daño, especialmente por el hecho de ser sacerdote.

AFICIONADO AL ORDENADOR

Las vecinas señalaban su vergüenza por lo ocurrido, aunque apuntaban que Ignacio Lajas era sobre todo un chico bueno.

Los paisanos conocían la afición que tenía Nacho por la informática pero nadie esperaba que llegara a donde ha llegado. A pesar de la confusión reinante por los hechos, todos coincidían en que Lajas era una buena persona.

El sacerdote se ocultó con una familia amiga, según indicaciones del obispado, hasta que pudieran aclararse los hechos.