En varios números de su diario se ha mencionado despectivamente a mi abuelo, refiriéndose a su persona como "el cabo Piris", con una inusitada y estúpida familiaridad, conociendo únicamente su imagen pública, agredida y malinterpretada, a través de una añeja hemeroteca o haciéndose eco del fragor popular. Y contrariamente a lo que algunos ignorantes puedan pensar, el señor don Andrés Martín Piris era un hombre inteligente y culto, gozaba de una exquisita educación, ávido lector, era amante de la historia, el arte y la poesía. También era dueño y defensor de sus principios, cuestionables o no, y exhibía un gran temperamento ante los hipócritas, los cuales producían en él gran animadversión, pero tras el se escondía un gran corazón que guardaba para su familia.

Mi abuelo fue un excelente esposo, padre de tres hijos y abuelo de 10 nietos que llevan orgullosos su apellido. Y dicho esto, me pregunto ¿cómo hay quien se atreve a difamar a una persona fallecida? ¿Realmente están tan faltos de recursos que tienen que despertar un episodio que acaeció hace 30 años? No falten a la ética señores, es muy lícito defender la libertad de expresión del arte, pero no lo es menos el derecho constitucional a la dignidad y al honor. Aunque sea ´in memoriam´. Quede ahí eso señores, no sean ustedes quienes queriendo huir de las reminiscencias del pasado vuelvan a él, y aún menos con fines publicitarios. Dejen a mi abuelo descansar en paz.