La sección de arqueología del Museo de Cáceres cobra de nuevo protagonismo al poner el foco este mes en una serie de azulejos centenarios de manufactura valenciana, que proceden del Castillo de la Rocha Blanca en Padrón, La Coruña

El Museo de Cáceres, emplazado en el Palacio de las Veletas, continúa con su iniciativa para dar a conocer ciertas obras de interés. Esta vez ha seleccionado como pieza clave del mes de julio un conjunto de azulejos con siglos de antigüedad.

Se trata de rajoles fabricados en alfares valencianos, caracterizados por la bicromía en blanco y azul, la flor de cuatro pétalos y trifolio con tallo espiral punteado y la leyenda de caracteres góticos. En la primera pieza expuesta en el museo se observa el sombrero de peregrino con la leyenda "Senthiago", y la segunda muestra una esportilla para guardar alimentos colgada del bordón y con el nombre "Donlopede/mendoça".

La fortaleza de donde proceden las piezas fue residencia de Don Lope de Mendoza, arzobispo de Santiago de Compostela, quien encargó la decoración a talleres valencianos para mostrar la importancia de su estatus social y la simbología relacionada con su cargo. Hoy en día apenas se conservan vestigios de este castillo debido a su destrucción durante la revuelta popular de los "irmandiños".

Desde el siglo XIV la aristocracia y la Iglesia europea encargaron numerosos azulejos a talleres valencianos, sobre todo heráldicos, para la decoración de sus viviendas: Pedro IV para el Castillo Real de Tortosa, Benedicto XIII o el rey Alfonso V para el Castillo Nuevo de Nápoles.

En Extremadura también hubo azulejos de manufactura valenciana, como los que cubrían la fuente de la Consolación en el patio mudéjar del Monasterio de Guadalupe, fechados entre 1.475 y 1.500.