Desde pequeño atrapaba culebras, arañas y hasta escorpiones en los campos de Cáceres, que después trataba de cuidar en casa para sufrimiento de su madre. Tras pasar por el colegio Francisco de Aldana y el instituto Hernández Pacheco, estudió Biología en Badajoz y se marchó a Ecuador, donde desarrolla distintos proyectos de investigación para la Universidad Tecnológica Indoamérica, incluido el registro de nuevas especies. Aquel niño, Jaime García Domínguez, ahora pasa las noches en la selva, fotografía ejemplares casi extintos, saca el veneno a las víboras más peligrosas del planeta y guía uno de los escasos tours del mundo sobre anfibios y reptiles.

Tras finalizar un segundo máster del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España en Quito, Jaime Culebras, como todos le conocen (así firma sus extraordinarias fotografías de naturaleza), tuvo muy clara que su auténtica pasión eran sobre todo los animales del trópico. Comenzaron entonces sus trabajos con la Universidad Indoamérica. El primero, la realización de un inventario de anfibios, estudiando a la vez los efectos de la contaminación, las petroleras y el cambio climático sobre la Amazonia. "Estos animales, por su piel permeable, son muy buenos indicadores de la calidad ambiental", explica el biólogo, que pasa la Navidad en Cáceres.

Dicho estudio, financiado por una universidad de EEUU, llevó a Jaime a analizar los riachuelos de la cuenca del Napo, uno de los grandes ríos de la Amazonia. Posteriormente se trasladó a una zona de bosque nublado para realizar una nueva investigación en una reserva de ranas cristales. "Son verdes, pequeñas, tan transparentes que se ven sus órganos", detalla. Trabajaba por las noches en el monitoreo de las especies en peligro de extinción y en situación crítica, solo existentes en este rincón del planeta. Luego volvió a la Amazonia para analizar los parámetros del agua, siempre sin dejar de lado su responsabilidad al frente de la sección de reptiles y anfibios del museo universitario.

En estos momentos, junto con un equipo de biólogos que forman el colectivo Tropical Herping, está emprendiendo un macroproyecto para inventariar todos los reptiles y anfibios de Ecuador. De hecho, han encontrado nuevas especies, "por ejemplo, de forma reciente, dos registros de serpientes Sibon y Atractus , que se situaban en Panamá y Colombia", desvela. Asimismo, han fotografiado varios ejemplares de la lagartija Pinocho, recién redescubierta, cuya imagen ha dado la vuelta al mundo.

También elaboran libros divulgativos, con imágenes únicas, y están iniciando talleres de educación ambiental para concienciar a las comunidades ecuatorianas del valor de los reptiles y anfibios. "Por ejemplo, la rana es unos de los mejores controladores de plagas de insectos, al reducir la transmisión de malaria, paludismo o dengue", explica.

Veneno para antídotos

Otro proyecto realmente curioso de Tropical Herping consiste en la extracción del veneno de las serpientes, entre ellas la víbora X, la que más muertes provoca en América. Los biólogos pretenden facilitar la búsqueda de antídotos y extenderlos por Ecuador, ya que no siempre están disponibles. "Aunque no se registran excesivas picaduras, la población que trabaja en las plantaciones de cacao, plátano o palma sí está expuesta", señala el profesional cacereño.

Entre los proyectos más interesantes de Tropical Herping destaca la realización de uno de los escasos tours del planeta para ver y fotografiar reptiles y anfibios durante varias jornadas. Jaime Culebras es uno de los biólogos responsables de la iniciativa. Se lleva acabo en Mindo, un área pequeña pero conocida a nivel mundial por sus records en conteos de aves y por su enorme biodiversidad. "Hay más especies de anfibios que en Rusia", detalla.

Sin duda, un espacio idóneo para hacer turismo herpetológico (reptiles y anfibios), eso sí, casi siempre aprovechando la noche. "Con algunos clientes hemos visto en diez jornadas el 10% de la biodiversidad de Ecuador, unas 100 especies, que son más de las que hay en toda España. A nivel mundial, existen muy pocos tours que puedan ofrecer esto", subraya. La experiencia resulta tan interesante que les han llamado desde Perú para una propuesta similar.

"Son investigaciones y trabajos que tienen su riesgo, pero te acostumbras. Aunque estés en la Amazonia con pumas o serpientes, es más peligroso que te caiga un árbol por la humedad", explica Jaime, que también ha iniciado colaboraciones con fotógrafos reconocidos de National Geographic en el ámbito de turismo de reptiles, anfibios y aves. "No paro, me encanta lo que hago, estoy viviendo mi sueño", confiesa.