Teófilo Amores, concejal del Excelentísimo y Reverendísimo Ayuntamiento de Cáceres propone un cambio en los nombres de ciento setenta y cinco calles. Para elaborar la propuesta ha llevado a cabo un estudio pormenorizado de nuestro callejero que no podrá igualar el más prestigioso de los urbanistas. A través de él nos ilustra con el número de ellas que están dedicadas a hombres, mujeres, santos, vírgenes, personajes cacereños, personajes que nada han aportado a la ciudad... etcétera.

No sé si Teófilo se da cuenta del jardín en el que se ha metido, porque aún siendo un tema menor entre los muchos difíciles que ha de abordar un ayuntamiento, no deja de ser muy complejo y contestado por la ciudadanía. Por poner algún ejemplo, dejando aparte a la Virgen de la Montaña que ha conseguido tantos aprobados para los estudiantes cacereños y quizás a san Pancracio, ¿qué beneficio nos han proporcionado otras vírgenes y santos?

Es de suponer que los científicos y hombres de letras de reconocido prestigio merezcan estar en nuestras calles sean o no cacereños pero ¿no lo merece el cantante Adamo que ha propiciado tantos achuchones?

Es muy justo reconocer a los alcaldes de la ciudad pero no creo que los residentes de la Madrila acepten que alguna de sus calles lleve el nombre de alguno de ellos. También merecen estar en el callejero algunos profesores pero supongo que no faltarán antiguos alumnos suyos que los consideren indignos porque los suspendió, injustamente por supuesto. No digamos si se trata de médicos.

La verdad es que ignoro cual debe ser el criterio para nominar a las calles porque cualquiera que se elija suscitará controversias. Hubo que cambiar el nombre de una calle en un polígono en el que se celebraba el zodíaco porque nadie quería vivir en la calle Cáncer.

Ni siquiera se podrá elegir números pues algunos no querrán oír el trece y otros el sesenta y nueve. ¿ Y qué hacemos son los nombres que no corresponden a ninguna de las categorías que se mencionan? Por ejemplo Alzapiernas.

No sea usted malo y busque otro o déjelo como está. Se podría abrir una web en la que se inscriba todo aquel cacereño que quiera optar a que alguna calle lleve su nombre aunque se expone a que le saquen hasta lo de la callejina.