Pocas veces el muy numeroso público cacereño del sábado noche vibró, rió e interactuó tanto como con los grandes actores-cantantes y alegres músicos como los de la veterana Compañía Ron-Lalá, que después de su exitoso "En un lugar del Quijote" continúan ese mismo mundo cervantino, pero más centrados las no menos famosas Novelas Ejemplares, precedidas de su Prólogo y solo la mitad de ellas, pero salpicadas con unos muy líricos poemas y alegres canciones, compuestas y musicalizadas, con instrumentos en vivo, por estos estupendos intérpretes y cantantes, la mar de cómicos.

Después de una melancólica introducción autobiográfica del genial manco alcalaíno por no haber podido hacer Las Américas, le consuela su atrabiliaria Musa inspirándole las novedosas Novelas Ejemplares, que pasan a escenificar, empezando por El celoso extremeño: ridiculizaron grandemente al rico y viejo celoso Carrizales, enamorado en exceso de la jovencita Leonora, con una faldita y toda la barba, optando por el desenlace más cómico del entremés El viejo celoso, que por el más dramático de la novela ejemplar.

Siguió una versión muy aflamencada de La gitanilla, que, entre requiebros amorosos y un idealizado canto a la libre y ecológica vida calé, acabó con un buen recital de cante hondo a cargo de la vieja gitana raptora, que al final devuelve a Preciosa a sus legítimos y caballerosos padres, acordándose un final feliz nupcial. Esa vieja cantaora se tornó al poco en el agitanado Monipodio, en cuya corte sevillana van a parar los pícaros Rinconete y Cortadillo, cuyas aventuras lúdicas se escenifican con desparpajo y un humor jergal.

Después de algunos pasajes del famoso entremés El retablo de las maravillas y de unas pinceladas de otras novelas como El coloquio de los peros y El licenciado Vidriera, en las que se elogia la libertad de denunciar irónica y sabiamente los vicios ajenos, esto da pie a la divertida parodia de El Hospital de los podridos: en ella interrogan al público, incluso acercándose a sus butacas y mandándoles a curar sus podredumbres, entre risas y aplausos, que prodigaron al final de cada escena o canción.

El actor que destacó bastante como Cervantes recitó versos satírico-líricos de su Viaje al Parnaso, inspirado de nuevo por su inquieta Musa, antes del divertido Epílogo, con el que aludían al título de su espectáculo y a la invitación a seguir viendo y leyendo obras cervantinas, ya que el que ha experimentado el humor libre e irónico de Cervantes se contagiará de "La cervantina", virus que no se cura con vacunas ni con medicinas", estribillo que coreaba todo el público entre risas y aplausos constantes y prolongados.

Los cinco actores se desdoblaron todos más de media docena de veces, caracterizándose rápidamente con otra ropa, que colgaban en la misma escena y con un atrezzo mínimo pero conseguido (un barco, un burro, un catafalco, etc) y ayudados de una buena luminotecnia, el director y actor Yayo Cáceres consiguió con su esmerado y divertido elenco un rotundo éxito en El Clásico de la plaza de San Jorge cacereña.