"Lo normal es que una estación de tren esté en el centro de la ciudad y se pueden poner montones de ejemplos de ciudades españolas y europeas que las tienen". Esta es la opinión del decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Santiago Hernández, quien parte de la premisa de que el planeamiento en una ciudad y la ordenación del tráfico son dos problemas unidos y que requieren: trabajo realizado por especialistas, diálogo con los sectores sociales y preparación de alternativas por parte de los técnicos.

A juicio de Hernández, cuando un ingeniero urbanista (o de tráfico) hace un proyecto, debe saber que está resolviendo un problema social. Por eso, para cambiar una estación de lugar es necesario saber qué problema social se resuelve, saber qué costes tiene y valorar si es razonable. Recuerda que la estación ya se trasladó hace décadas porque molestaba en la ciudad e inmediatamente después se hizo cerca de allí una estación de bus para establecer una relación intermodal. El decano considera que con la estación en el centro resulta más sencillo distribuir el tráfico de las personas porque "si la estación se va poniendo siempre al borde de la ciudad se están creando problemas nuevos a la ordenación del tráfico, que son difíciles de resolver en general y que aumentan los recorridos en coche, taxi o autobús".

Explica que hay alternativas, como los pasos superiores (más baratos). "El traslado de una estación es un negocio rentable por el nuevo uso de los terrenos, pero hay que ver si es un asunto socialmente justificable", dice.