Desde el sábado el centro de salud Manuel Encinas está de luto. El coronavirus se ha llevado a uno de los suyos, Magdalena González que se jubiló hace año y medio en este ambulatorio, aunque seguía ejerciendo en su consulta privada. Nada en sus pasillos volverá a ser igual, a pesar de que Magdalena ya no estaba con ellos a diario. Pero sí son muchos los recuerdos: «ha sido la pediatra de muchos de los hijos de los compañeros del centro. Y duele vivir esto tan de cerca», dice el presidente del colegio de médicos de Cáceres, Carlos Arjona, facultativo también en este centro de salud cacereño.

González es la segunda médico de la región fallecida a causa del covid-19, junto a Sebastián Traba (65 años), que ejercía como profesional de Atención Primaria en el centro de salud de Nuevo Cáceres. La ciudad también perdió a un informático que trabajaba en la gerencia del área de salud.

Magdalena González permaneció tres semanas ingresada en el hospital San Pedro de Alcántara, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde luchó hasta el final. Hasta el viernes por la noche, cuando se apagó para siempre, habiéndose despedido de su marido. Deja tres hijos, cuatro nietos y miles de niños ‘de adopción’, a los que curó, mimó y cuidó desde su consulta, tanto en el Manuel_Encinas como en el Plaza de Argel, donde ejerció casi toda su vida. Son muchos los padres de la ciudad que esperan y desean que siga haciéndolo ahora, desde dónde esté.

El domingo, un día después de que se conociese la noticia de su fallecimiento, sus pacientes depositaron en la puerta del centro de salud un ramo de flores. Y desde la vuelta del puente los teléfonos del ambulatorio no paran de sonar para dar el pésame a los trabajadores. Ayer sus compañeros le rindieron un pequeño homenaje con un minuto de silencio. «Los fallecimientos es lo que más duele y lo que más preocupa y, obviamente, entre los compañeros duele mucho más», asegura el gerente del área de salud, David Zambrano, presente también en la concentración.

El silencio se rompió con un gran aplauso en agradecimiento a su labor. Ya el sábado, cuando el coche fúnebre con los restos mortales de Magdalena salió del tanatorio en dirección al cementerio, sus colegas de profesión le hicieron un paseíllo y la despidieron también entre lágrimas y aplausos. Fue su forma de mostrar que están ahí, a su lado, en un momento en el que ni siquiera caben las muestras de afecto a familiares. Duro y difícil. ¡Hasta siempre Magdalena!