La Concejalía de Tráfico lo anunció en noviembre y lo pondrá en marcha una vez reabierta la plaza Mayor al público. El régimen de carga y descarga tanto en la plaza como en el recinto intramuros se reorganizará con un horario más discreto para evitar que el trasiego se prolongue durante toda la mañana, y con unos espacios fijos que impedirán que los vehículos de reparto ocupen todos los rincones.

El cambio, fruto de un estudio realizado por el Gabinete Técnico de la Policía Local, comenzará a aplicarse "cuando la plaza lleve ocho o diez días abierta, con el fin de dejar un tiempo de adaptación a todos", explica el concejal responsable de Seguridad y Movilidad, Carlos Jurado.

El horario no se recorta, pero se adelanta una hora. Los transportistas tendrán que suministrar a los negocios de la zona entre las 8.00 y las 11.00 como tope máximo. "No vamos a romper la dinámica de hosteleros y comerciantes, pero tampoco puede llegar la mediodía y que las zonas más emblemáticas estén aún llenas de vehículos", señala el edil. Durante los primeros días, los agentes de la policía local serán flexibles si algún repartidor se demora unos minutos en su trabajo, pero luego el horario tendrá que cumplirse si no se quiere recibir una sanción.

Para eventos que necesiten un traslado muy especial de infraestructuras y que atraigan a numerosos vendedores, como por ejemplo el Womad, previsiblemente se abrirá un segundo horario de tarde, de 15.00 a 17.00. Los espacios también estarán delimitados. El suministro a los locales de la plaza Mayor deberá realizarse desde los accesos, donde se ubicarán las plazas de carga y descarga. En concreto, los vehículos que entren por la plaza del Duque habrán de aparcar en las calles del Duque y Gabriel y Galán. Los que lo hagan por San Juan tendrán sus estacionamientos en esta misma plaza y Gran Vía. También habrá espacios en la plaza de la Concepción y en la calle General Ezponda para quienes lleguen por esa zona.

MEDIDAS El casco histórico de momento no tendrá espacios acotados para carga y descarga, "porque vamos a ser muy escrupulosos en los controles de acceso, de manera que no entrará quien no deba entrar", explica Carlos Jurado. Esta medida también se anunció en noviembre con el fin de reducir el número de vehículos aparcados ante las fachadas de templos y palacios centenarios, una práctica habitual. "Mientras han durado las obras de la plaza y algunas otras en la parte antigua (hotel de Atrio, parador de turismo, Fundación Mercedes Calles...) hemos optado por no ser excesivamente estrictos, pero desde ahora solo podrán acceder quienes estén autorizados", subraya.

Además se realizará un nuevo proceso de depuración de las tarjetas que permiten la entrada al casco histórico, siguiendo con el proceso iniciado en 2008, cuando llegó a haber 900 pases para 360 residentes. Ya se han eliminado unos 500, de modo que los ajustes serán mínimos.

Con todas estas medidas, el ayuntamiento cacereño intenta poner orden en el tráfico del casco antiguo, donde los vecinos siempre se han quejado de cierta laxitud en el control de accesos. Queda pendiente la reorganización de los aparcamientos para residentes en zonas discretas, donde los coches no dificulten la contemplación de los edificios históricos. "Este proyecto lleva otros tiempos, no es inmediato, pero estamos intentando ponerlo en marcha", concluye el edil.