Lesbos es una de las paradisiacas islas del mar Egeo, cercana a las costas de Turquía. Por su extensión, es la tercera isla de Grecia y la octava del Mediterráneo. Tiene unos cien mil habitantes y su fuente de riqueza, como no podía ser de otra manera, es el turismo. Sus habitantes seguro que nunca hubieran ni imaginado que su pequeña isla sea en la actualidad casi la capital de Europa, y sobre todo por los motivos que han dado pie a tal realidad.

Lesbos ha llegado a recoger hasta casi 20.000 refugiados, que se hacinan en lugares improvisados, que sobreviven como pueden, con la ayuda de los propios vecinos, de voluntarios y de alguna ONG. Si se fotografiara desde el cielo, sus costas aparecen llenas de lanchas rudimentarias, chalecos salvavidas, y de cantidad de dolor y muerte, de los que han llegado huyendo de la situación de sus países de origen. Personas que no tienen nada, su dinero los gastaron para poder llegar hasta aquí, y ahora solo les queda la vida, porque sus dignidad, si no la han perdido, están a punto de hacerlo. Esperaban que Europa los recibiera, pero...

Las costas de Lesbos son reflejo de la belleza de esta zona, pero hemos podido leer hace poco que tierra adentro florecen las tumbas de los muertos en el mar y que el mar devuelve, solo quedan las inscripciones "niño sirio, tres años, desconocido", otros con sus nombres si llevaban documentación, pero seguro que no pensaron nunca terminar como han terminado.

El papa Francisco ha visitado este fin de semana la isla. ¿Cómo calificas el gesto?, como hay de todo en esta vida, algunos dirán que es demagógico, conociendo a este Papa, creo que eso está muy lejos de la realidad. El Papa fue porque el Dios en el que él cree, se hace presente en el dolor y en el sufrimiento de las personas, y es por lo tanto es una lección para los que creen lo mismo que él.

Es un gesto dirigido a los que están allí, como para decirles que no están solos, que hay gente que piensa en ellos, que quiere escucharlos y que se siente cercano. Y por último es, o pretende ser, un gesto que interpele a los dirigentes de nuestra querida Europa, que no han sabido estar a la altura de lo que se les exigía.