Más de 15.000 personas participaron ayer en el tradicional Besamanto de la Virgen de la Montaña en la concatedral. A las once de la mañana ya habían pasado más de 3.000. Desde primeras horas el goteo fue incesante. Ayer, a las siete y media de la tarde, ya habían pasado más de 14.000, cálculo hecho por las estampas repartidas, y la cola llegaba hasta el arco de la Estrella. A esa hora aún quedaban otras cuatro hasta la medianoche, cuando Santa María cerró. Los participantes en el Besamanto, que hoy sigue hasta las diez de la noche, cumplieron con la tradición de ver de cerca a la patrona. Algunos acudían movidos por la fe y la tradición cacereña y otros por la necesidad de pedirle trabajo. Familias completas se concentraban a las puertas de Santa María para besar el manto no solo por devoción sino como algo que forma parte de la tradición familiar.

La Virgen, situada en la parte izquierda de la concatedral, lucía el manto que cada año lleva en los días de Besamanto. Es un manto de capa, para que tenga más caída, de damasco dorado con fondo blanco, orlado con cenefa de cordones dorados, perlas y pedrería.

Ayer también se esperaba que el número de donantes de sangre fuese más de un centenar, superando la cifra del año pasado, cuando no llegaron a ochenta. En la primera hora, las extracciones en el palacio episcopal se iniciaron a las seis de la tarde, habían donado 26 personas. También se continuó ayer con la recogida de alimentos. Estas donaciones altruistas de sangre y comida y la participación que ha habido llevaron ayer al mayordomo de la cofradía, Joaquín Floriano, a manifestar "mi satisfacción por la colaboración que estamos recibiendo de los cacereños".